El vino, conocido coloquialmente como pinard, es para los frances mucho más que una bebida alcohólica. Durante muchos años, los soldados franceses recibían vino por sus beneficios tanto psicológicos como para la salud (al comenzar la primera guerra mundial, por ejemplo, cada soldado francés tenía derecho a un cuarto de litro de vino al día).
El vino, incluso en cantidades moderadas, no es inocuo: no vamos a hacer apología aquí de una sustancia tóxica, ni siquiera si se ingiere en la medida de un vaso al día. Sin embargo, hecha esta salvedad, beber vino francés es una estupenda manera de viajar a la cultura gastronómica de esta nación.
Adoración y mitificación
Parte de esta adoración y mitificación que los franceses tienen del vino se debe a que siempre se ha considerado una bebida alchólica más refinada que otras. De hecho, muchos sostuvieron que, en la primera guerra mundial, el vino había contribuido en gran medida a derrotar a los alemanes, bebedores de cerveza.
En Francia, pues, el consumo de vino se ha considerado desde largo tiempo como un deber patriótico. En su libro Mitologías (1957), de Roland Barthes, por ejemplo, se seala que en Francia el vino es "una bebida tótem, que corresponde a la leche de la vaca holandesa o al té absorbido ceremoniosamente por la familia real inglesa".
De hecho, el vino es para los franceses como la cerveza para los alemanes, una sustancia esencial de su identidad nacional. Con todo, tuvo sus altibajos. Si en la primera guerra mundial se cree que el vino ayudo a lo soldados, en la segunda guerra mundial se consideró un hándicap, como explica Lukasz Kamienski en su libro Las drogas en la guerra:
Lejos de ayudar al ejército francés a librar una guerra defensiva, el pinard lo había debilitado (...) Así las cosas, el gobierno de Vichy se embarcó en la primera campaña antialcohólica a gran escala de la historia de Francia. El consumo inmoderado de alcohol pasaba a ser algo totalmente antipatriótico.
El vino en la actualidad
El origen de los vinos franceses se remonta al Imperio romano. Desde entonces, el cultivo de la vid ha sido uno de los aspectos más afamados de la gastronomía francesa.
Ahora, el consumo de vino se ha sofisticado, se paladea el caldo en pequeñas cantidades, para evaluar sus bondades y hacer un poco el paripé, y no tanto para pillar una cogorza. Con todo, Francia es la segunda región donde más viñas hay en hectáreas, después de España, si bien el consumo medio disminuyó de alrededor de un 10% en el periodo entre 2000 a 2005.
La influencia del vino francés es tan importante que incluso los términos franceses se han asociado al vino de cualquier país del mundo, como es el caso de bouquet y 39 términos más. Así pues, si visitáis Francia, también tendréis que probar su identidad nacional en forma de caldo alcohólico, y poner vuestros pies en las regiones vinícolas más importantes del país, como Burdeos o Borgoña. Aprovechad antes de que, por uno de esos azares del destino, al vino francés empiece a pasarle lo mismo que a la mantequilla francesa.