La ciudad de Lille, situada casi en la frontera Norte de Francia con Bélgica, es una de las ciudades consideradas más hermosas del país. Lille ha sido un lugar de mezcla de culturas y de estilos artísticos, aunque a la vez era un punto estratégico muy importante y allí se libraron muchas batallas y por ese motivo, hoy daremos un paseo por Lille, la hermosa ciudad en el último confín de Francia.
Lille es una ciudad heterogénea y única. Por su proximidad con Bélgica presenta detalles en su arquitectura muy parecidos a los de Brujas o Gante, pero por otro lado la forma que tiene la ciudad, con grandes avenidas y plazas, recuerda más a París y al urbanismo de las grandes ciudades francesas.
Para llegar hasta Lille, lo más barato es coger un avión a Charleroi, el aeropuerto que está entre Lille y Bruselas. Este aeropuerto está a una hora de ambas ciudades, y a él sólo llegan aviones Lowcost, así que os saldrá muy barato.
El autobús desde el aeropuerto os dejará en la Gare d’Europe, desde donde tendréis que bajar por una avenida hasta Gare de Flandres. Una vez allí no os costará mucho llegar a la hermosa y descomunal Gran Plaza de Lille. En ella se encuentra la Iglesia de San Mauricio, la Opera de Lille y el Reloj de Lille.
Esta plaza es para quedarse unos minutos admirándola. La visión del Reloj y la Ópera a su lado es sobrecogedora. Es del estilo francés, una gran plaza con mucho espacio y enormes edificios. Es una muy buena bienvenida que Lille ofrece a sus visitantes.
En el ala derecha de la plaza se encuentra el Ayuntamiento, en el que se pueden leer todas las ciudades importantes de la región próxima a Lille. En el edificio del Ayuntamiento en seguida se hace patente el tejado escalonado típico de la arquitectura flamenca.
Desde la Plaza podéis pasear por callecitas hasta la Plaza de la República. Estas callecitas recuerdan a las de Brujas o a las de Amsterdam. Si os fijáis bien podéis encontrar pequeños murales y graffitis que dan vida a cada calle.
Finalmente llegaréis a la Plaza de la República, donde tendréis la sensación de volver a Francia desde Bélgica. Es gigantesca también, y muy hermosa. Termina en el Palacio de Bellas Artes, un monumento fantástico donde se encuentran piezas de arte de Tiziano, Rodin, El Greco, Goya, Rembrandt y Van Dyck entre otros.
Otros monumentos interesantes de la ciudad son la Catedral de Lille, el Hospicio Compisse, el Palacio de Justicia y el Museo de Historia Natural. Este último no está nada mal. En su tejado se encuentra un esqueleto de ballena azul. Por otro lado el museo posee una colección de animales y plantas considerable. Lo mejor es que es muy interactivo y se aprende un montón.
Fue construida por Vauban, un ingeniero militar con el objetivo de proteger Francia en su extremo Norte, justo el punto desde donde atacarían los ingleses. Construyó una ciudadela en forma de estrella con cinco puntas, reforzadas a su vez con muros exteriores e interiores que dificultarían mucho su acceso.
Vauban consideró esta ciudadela como su obra maestra. De hecho incluso andando y con todas las puertas abiertas es un poco difícil no perderse para acceder a su interior. Sin embargo, esta ciudadela fracasó, y los ingleses acabaron capturándola en la Guerra de Secesión Española, eso sí, tras más de un mes de asedio.
Ahora, afortunadamente, está reconvertida en un parque maravilloso lleno de vida, con muchas clases de árboles y vegetación. Y con esto terminamos el paseo por Lille, la hermosa ciudad en el último confín de Francia.
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