Se trata de una cárcel que se alza en esta ciudad al este del Mar Báltico, que comenzara a construirse hacia 1903 y que dejó de funcionar recién hacia 1997. Claro que, durante esos años, fueron miles los hombres que vivieron, sufrieron y murieron entre sus paredes soportando diferentes regímenes como el soviético, el nazi o el letón. Por ejemplo, durante la II Guerra Mundial, Hitler enviaba allí a las personas condenadas a muerte por desertar y Karostas era su destino final y el lugar elegido para ejecutarlos.
Así, en ese marco, algunos viajeros deciden pasar sus días de vacaciones. Así, casi reproduciendo el régimen utilizado para con los prisioneros, algunos viajeros eligen su estadía. ¿Un intento de ser originales? ¿Masoquismo? ¿El procurar conocer la historia pero en primera persona? ¿Una experiencia extrema diferente? ¿Una forma de afrontar sus miedos? ¿Una manera de ponerse a prueba? Sea como sea, los turistas que optan por pasar esos días detrás de las rejas deberán tener que cuenta que ello significa ser un prisionero por el resto de su estadía allí.
De esta forma, entre las “comodidades” que ofrece el hotel se encuentran sus camastros de hierro, comida de cárcel, sólo agua fría para bañarse, interrogatorios, caminatas nocturnas, gritos a cualquier hora, flexiones, la limpieza de los baños y castigos en caso de no cumplir con las órdenes. Duras condiciones para pasar las vacaciones. Tan duras que los viajeros, antes de alojarse, deben firmar un documento en el que aceptan las condiciones en las que vivirán durante los próximos días.
Claro que, además de la estadía “corriente”, Karostas ofrece un servicio de experiencias. Se trata de una serie de circuitos preparados para quienes quieren más. Así, pueden optar entre el llamado Noche Extrema que se extiende por siete horas y tiene un precio de poco más de 14 euros, o quizás 24 Horas en el que se convertirán en integrantes de las fuerzas de seguridad para conocer sus habilidades físicas y espirituales. Detrás de los barrotes es otra de las opciones de dos horas de duración, un show interactivo cuyo fin es conocer la historia del lugar, mientras que en Escapa de la URSS se simula el cruce de la frontera evitando ser descubiertos y capturados. Otras actividades que pueden realizarse son las visitas guiadas al museo de la cárcel o a los laberintos subterráneos con antorchas.
Lejos de los viajes relajantes y de placer, no caben dudas que alojarse en Karostas se presenta como una experiencia única y, de seguro, inolvidable. Una experiencia extrema tanto en lo físico como en lo psicológico no apta para cualquiera.
Vía | Revista Viajar Sitio Oficial | Karostas