En la costa oeste irlandesa, y bañadas por el Atlántico, se encuentran las Islas de Arán, en la Bahía de Galway.
Sus habitantes han resistido durante siglos los fuertes vientos y el azote del mar para salir a navegar con sus curraghs, unas pequeñas barcazas de madera con casco de lona y alquitrán.
De hecho en el puerto de Cill Rónáin (Kilronan), aún se pueden ver estas embarcaciones. En las islas también es habitual oir la bella lengua gaélica, siendo éste uno de los lugares en los que se habla de toda Irlanda.
También fueron sus habitantes quienes sobrevivieron a la gran hambruna que asoló el país a principios de siglo. Con su esfuerzo consiguieron transformar la superficie rocosa de la isla en tierra cultivable. Para ello machacaron literalmente las rocas, para mezclarla con arena y un poco de tierra. De esta manera consiguieron cultivar unas pocas patatas para complementar su dieta. En las islas, que están formadas por Inis Mór (Inishmor) que es la mayor, Inis Oírr (Inisheer) e Inis Meáin (Inishmann), hay acantilados de hasta doscientos metros, y llegar hasta ellos a pie o en bicicleta es una magnífica excursión. Sobre todo porque en algunos de ellos encontraremos antiguas fortalezas celtas (Dúns) con más de dos mil años de antigüedad. La más importante es la de Dún Aonghasa, y consta de un gran semicírculo de piedras en el extremos d un acantilado.
Para llegar a las Islas de Arán hay un servicio de Ferries que enlazan con Galway. Además, el trayecto ya es una aventura en sí mismo. Arán es un lugar mágico de verdad.