El emblema de la capital eslovena es sin duda alguna su famoso castillo, el Ljubljanski grad, de origen medieval y situado en una colina que goza de una céntrica ubicación en el medio de la ciudad. Esto le otorga unas vistas sobre toda la capital que ya de por sí valen la pena la subida hasta allí. Incluso en un día claro de invierno se podrán divisar las nevadas cumbres de los Alpes.
El castillo fue construido en los siglos XVI y XVII aunque los restos arqueológicos (visitables gratuitamente para los visitantes) demuestran que el lugar ya era habitado desde tiempos antes de Cristo. Igualmente, a lo largo de los años se ha ido reformando, llegando en la actualidad a ser un bonito e interesante lugar de convenciones, con cafetería, zona arqueológica, bares y una enorme terraza desde la que admirar la totalidad de Ljubljana.
Llegar hasta el castillo es muy fácil: es constantemente visible desde cualquier punto de la capital y existen varios senderos que serpentean hasta los pies del castillo. Sin embargo, para quienes no tengan los ánimos de hacerlo a pie, pueden tomar el histórico funicular que une el castillo con la base de la pequeña montaña.
Sea como sea, una visita completamente imprescindible en qualquier visita a Ljubljana.
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