Me conozco Suiza de arriba a abajo, porque hace años tuve la ocasión de recorrerla en bicicleta, lo que incluye que también he explorado su gastronomía; a pesar de que Roland Pierroz, uno de los chefs más importantes de Suiza, dueño del Hotel Rosalp, en Verbier, señalara irónicamente que "la gastronomía suiza no existe". O dicho de otro modo: no hay casi variedad y todo se basa en cocina muy calórica a fin de soportar los rigores del clima.
Es cierto que la cocina suiza es calórica y poco diversa (y eso que, todavía hoy, en el plan de estudios escolar de la educación primaria y secundaria se incluyen clases de cocina). Pero, aún así, dispone de algunos platos deliciosos que no debeís perder la ocasión de probar. A continuación podéis descubrir los diez principales.
La fondue: seguramente el plato más importante del país. Más sencillo, imposible: queso fundido servido en una cacerola de metal que se come rebañando un pedazo de pan pinchado en un tenedor.
La raclette: media rueda de queso que se funde progresivamente, por capas, y se raspa con un cuchillo plano para acompañarlo con patatas pequeñas.
El rösti: torta de patatas ralladas y doradas en una paella. Algo parecido a la tortilla española, pero menos sabroso.
Sopa de chalet: potaje de batatas, habas, nabos y macarrones. Una bomba de triglicéridos para llenar el estómago.
El Älplermakkaronen de queso: los típicos macarrones con queso enriquecidos con trozos de tocino y abundante nata, que en las cabañas de montaña a menudo se toma en pleno verano, en grandes cuencos de madera.
Sopa de harina: plato tradicional del carnaval de Basilea que está confeccionada con una salsa de harina tostada y cebollas cortadas en aros.
Le Bölletünne: tarta de cebollas con lonchas de tocino, nata ácida, huevos y comino.
Los malakoffs: buñuelos de gruyère salado.
Pan de peras: empanada rellena con una pasta de peras y vino tinto, con higos, ciruelas secas, dátiles y una mezcla de almendras, nueces y avellanas. ¡Locuraaa!
El muesli: el desayuno más famoso del mundo fue inventado aquí en 1897 por el dietista Bircher-Benner de Zurich. Los suizos lo llaman Birchermuesli en honor a su inventor.
Si, como yo, sois como roedores que arriesgarían su vida por un pedazo de queso colocado sobre una trampa, nos debéis perderos los pueblos que quedan en las inmediaciones de Gruyères: Pringy y Moléson.
En Pringy se ubica la quesería-demostración, una construcción XXL que es una hibridación de tienda de recuerdos, restaurante y quesería abierta al público. Aunque la fabricación del gruyère es industrial, existe la posibilidad de degustarlo.
La quesería de Moléson, por el contrario, es totalmente artesanal: una casa de madera que se remonta al siglo XVII, la fromagerie d´alpage (quesería de altura), una réplica de las queserías de verano de los pastores que pasaban las temporadas de calor con sus rebaños en los Alpes.