En la anterior entrega de este artículo os hablaba de la velocidad que los londinenses desarrollan con sus pies. Siempre van deprisa. Y además son muy maleducados y te arrollan si decides detenerte o incluso reducir tu ritmo por cualquier motivo.
Infiero que esta característica quizá está alimentada por una factor que también resultó insoportable en Londres: el efímero tiempo que permanecen los semáforos peatonales con el disco en verde. En rojo pueden llegar a estar largos segundos, incluso más de un minuto, mientras pasan y pasan vehículos por todos lados. Pero en cuanto se pone en rojo (que normalmente lo hace porque previamente has pulsado un botón para ello), entonces su duración te exige andar a buen ritmo para tener tiempo de cruzar la calle. Algunos segmentos del paso de cebra se interrumpen en medio de una larga avenida, donde hay una pequeña isleta para viandantes, y resulta imposible salvar la isleta con el semáforo en verde: debes esperar aquí a que se ponga el verde el siguiente segmento.
Esto obliga a que muchos peatones se pongan a correr justo antes de que el primer segmento del paso de cebra se ponga en verde, para llegar a tiempo al segundo segmento y cruzar ambos de una sola vez. Si en Londres eres cojo o vas en muletas o silla de ruedas, estás muerto.
No sé qué fue antes, si el huevo o la gallina: si los londinenses andan rápido porque los semáforos no permiten el paseo lento, o los semáforos son efímeros porque el londinense estándar siempre camina como alma que lleva al diablo. Dejo este proceloso asunto sociológico a la conveniencia de algún experto en la sala.
Precio de oro del Tube
Un ejemplo, un billete sencillo (es decir, un simple viaje de una zona), cuesta la nada despreciable cifra de 4,5 libras. Eso son casi 6 euros. En Barcelona, hace poco, el metro subió de precio hasta los 2 euros, y la gente casi decide prenderle fuego a la ciudad como protesta. En Londres vale tres veces más. Con el añadido de que en Barcelona el metro es más moderno, más limpio, menos asfixiante y dispone de aire acondicionado. En Londres, no. De hecho, existe una campaña para modernizar los convoyes, y se plantean, ahora, instalar aire acondicionado. Lo único realmente meritorio del Tube, como he dicho antes, es su velocidad, y que siempre pasarás entre 1 y 3 minutos esperándolo en el andén.
Pero pasemos por alto el precio. Y veamos lo que pasa cuando decides comprar un billete de un día, lo que te permite viajar todas las veces que quieras en metro durante el curso del día. La llamada TravelCard, entonces, asciende a 7,5 libras. ¿Lo veis? Si voy a un sitio y vuelvo de ese sitio, me cuesta más que si compro un billete para viajar 100 veces en un día. Es decir, que nunca, jamás compréis un billete sencillo si no tenéis intención de volver del lugar a donde vais.
La cuestión es que aquel señor debía de ser nuevo en esto del metro. Tal vez se le había averiado su coche (quizá incluso era un coche de caballos). Total, que pide dos billetes sencillos de ida y vuelta. El vendedor le dice: 18 libras. El lord se acerca un poco al cristal y pregunta “¿cómo dice?” 18 libras. Más de 21 euros. El lord inglés respondió algo así como “estás tomándome el pelo”. Y con mucha dignidad british se volvió a su acompañante y le dijo “oye, ¿cogemos un taxi?” Y se fueron por donde habían venido. Tal cual.
Si tenéis pensado estar varios días en Londres, y vais a usar muy puntualmente el metro, entonces os recomiendo una solución un poco más engorrosa que os hará ahorrar un 50%. Adquirir una Oyster Card. La Oyster Card es como un billete electrónico que basta con pasar por una máquina cada vez que entre en cualquier transporte público. El coste del trayecto le será deducido del crédito de su tarjeta cada vez que la utilice. Entonces cada trayecto os saldrá por 2,1 libras. Que tampoco es moco de pavo, pero bueno.
Más en la siguiente entrega de este artículo.
Fotos | Wikipedia En Diario del viajero | 10 cosas que solo podemos hacer en Londres | Inamo: restaurante londinense con mesas interactivas