Hay otra Barcelona. Lejos de las Ramblas, las tiendas, los lugares comunes. Lejos de la marea de turistas que lo invade casi todo. Para descubrirla hay que internarse en sus barrios y en su historia.
Así llegamos a un sitio que si bien es cada día más popular, nos brinda aún la posibilidad de ver Barcelona a nuestro aire, a nuestros pies, y con tranquilidad. El Turó de la Rovira. Pero claro, para apreciarlo debemos conocer algo de la historia de la ciudad condal.
El Turó de la Rovira es uno de los mejores puntos panorámicos sobre Barcelona desde donde capturar imágenes únicas a cualquier hora del día y en cualquier momento del año. Una vista abierta al Mediterráneo, mirando hacia el Este, y que se abre desde las playas del Maresme al Norte hasta más allá del aeropuerto, al Sur. Y como una inmensa alfombra viva, Barcelona con su cuadrícula característica, sus diagonales, avenidas, barrios y edificios icónicos.
El Turó de la Rovira
Al noroeste de la ciudad se levanta el Turó de la Rovira, una colina de poco más de 260 metros de altitud donde se asienta también el Parque Güell en su ladera suroeste.
El parque cuenta con un sendero pavimentado que permite visitarse con niños pero no es accesible para personas en sillas de ruedas por la elevada pendiente. En la subida no hay barandillas por lo que hay que ir con cuidado. En la cima, hay terrazas y miradores así como gradas donde sentarse a observar el paisaje. Estos miradores ocupan los espacios entre los restos de las antiguas instalaciones militares del lugar.
Por la noche se puede subir con tranquilidad (y cuidado) ya que el camino está iluminado con luces a ras de suelo para no restar belleza al cielo de Barcelona.
La mejor forma de llegar es en autobús. Te llevan las líneas 24, V17 (hasta el final de la línea) y 92: la primera es más lenta y suele ir cargada de turistas porque pasa por áreas muy buscadas como el centro o el Barrio de Gràcia; la segunda nos deja en la ladera noreste y la tercera que es la más recomendable, nos deja en la ladera este donde comienza el sendero. A partir de las paradas de los autobuses, tendrás que subir caminando por este camino entre 10 y 15 minutos dependiendo de la línea elegida.
Búnkeres del Carmel
En la cima del Turó de la Rovira, durante la década de los años 30 del siglo XX se construyeron defensas aéreas para avistar las posibles incursiones aéreas sobre Barcelona, durante el conflicto de la Guerra Civil Española (1936-1939).
Durante la Guerra Civil, Barcelona sufrió el ataque aéreo continuado de efectivos de unidades aéreas italianas, aliado el Duce con el régimen franquista. Durante el conflicto Barcelona soportó 5318 operaciones de bombardeos en las que se lanzaron más de 11.500 toneladas de bombas.
En este lugar también se construyeron al menos 3 búnkeres excavados en la colina y se instalaron 4 piezas ligeras de artillería que no llegaron a frenar las incursiones aéreas (dicen que apenas pudieron a dañar un par de aviones con sus dispararon).
Hoy en día en un segundo nivel del sitio, hallamos la zona de baterías y búnkeres. Podemos ver un pequeño tramo de uno de esos búnkeres transformado en un aula de interpretación donde se cuenta esta historia, sin embargo no pienses en recorrer pasadizos subterráneos porque no los verás aquí (los hay en otras partes de Barcelona, pero de eso te hablaré en otra oportunidad).
Este espacio de información no está permanentemente abierto pero puedes consultar los horarios actualizados en la web del Museu d'Historia de la Ciutat que gestiona el sitio.
Barrio de los cañones
En el primer nivel que visitamos al llegar a este lugar, encontramos los restos de un sector muy interesante que nos revela lo que pasó aquí una vez finalizada la Guerra Civil.
Después de terminado el conflicto, estas construcciones militares cayeron en desuso y el olvido. Durante la postguerra la falta de vivienda popular favoreció la aparición aquí de un núcleo chabolista conocido como el Barri dels Canons (barrio de los cañones), donde llegaron a vivir unas 600 personas.
Hoy podemos ver los restos de antiguas viviendas muy humildes donde estos vecinos vivían sin casi ningún servicio (salvo el agua del que se conserva la cisterna). En los paneles informativos podemos ver fotografías de la época.
Una visita al Turó de la Rovira en sus dos áreas (búnkeres y barrio) nos regala vistas increíbles sobre la ciudad, no obstante, es la parte más alta la que nos ofrece una panorámica de 360 grados y las terrazas de cemento donde sentarnos para deleitarnos con la excelente vista.
Fotos | Llui7 en Minube y Museu d'Historia de la Ciutat
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