Sin duda, en un país occidental, esto se habría convertido en una especie de Disneylandia con florecitas, puentes, hamburguesas tercer ojo a la mostaza, precios imposibles y vistas a pájaro de distancia de los templos entre colas de gente que no saben exactamente que están haciendo allí. Aquí en Hampi, uno entra gratis, se adentra por los bosques de plataneros, salta por las piedras y los templos, contempla a los locales trabajar los verdes arrozales que siembran el extenso terreno. Uno siente, en definitiva, el peso de la historia y oye el palpitar de las piedras, las esculturas y los preciosos grabados en las columnas.
Hospet es la ciudad más cercana a los templos cuya buena conexión de tren y autocar con Goa y Mumbai hacen de esta visita una merecida atención especial. En Hampi encontrareis una buena docena de hostales donde descansar después de haberos pateado este mágico lugar que todavía respira con vida propia.
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