Lugres en los que no es necesario que os administren un secante de LSD, el vino báquico, el cáñamo indio, el peyote mexicano o la ayahuasca amazónica. Aunque vayáis totalmente sobrios, contemplaréis dichos colores psicodélicos.
Allá vamos.
El pueblo pintado totalmente de azul
La desconfianza en la medicina occidental ha conducido a determinadas personas que se receten a sí mismas “fármacos” como la plata. Y es que la plata, al igual que el cobre, tiene efectos de esterilización. El problema con la plata es que su ingesta tiñe la piel de color azul. Y para siempre. No os imaginéis personas que ahora parecen simpáticos pitufos con la piel azul eléctrico, sino un gris azulado de pitufo zombie.
Este trastorno recibe el nombre de argiria, y en el siglo XIX, ya encontramos el caso de un hombre que tomó una sobredosis de nitrato de plata para curarse la sífilis, se le puso la piel azul y decidió sacarle partido a su rareza trabajando para una feria de monstruos. En aquel freakshow se hacía llamar El hombre azul. Actualmente también hay casos célebres de argiria, como el de Stan Jones, que se presentó a las elecciones para el Senado de Estados Unidos en 2002 y 2006. Cuando le preguntaron qué le decía a la gente que lo señalaba por la calle, Jones espetó que “simplemente les digo que estoy probando mi disfraz de Halloween.”
También hay zonas del mundo que son azules de manera metafórica, pues corresponden a los lugares donde se concentran muchas personas centenarias, tal y como os expliqué en el artículo Zonas azules: lugares a los que viajar si quieres vivir más de 100 años.
La calle pintada totalmente de rosa
Algo similar a lo ocurrido con Júzcar ocurrió con otro pueblo, Ash Street, en el área de Langworthy de Salford, en Inglaterra. En esta ocasión, sin embargo, el pueblo no quedó pintado de azul sino de rosa. Una rosa chicle muy kitch. Una rosa muy... Barbie.
Y es que el pueblo fue pintado de rosa por la empresa juguetera Mattel pintó de color rosa chicle para promocionar sus productos y celebrar el Mes de Barbie en 1998.
Otra calle (afortunadamente no fue un pueblo entero) fue pintada de plateado por Levis por idénticas razones. Queen Street, en Toronto, Canadá.
La ciudad donde la gente tiene el pelo verde
El sueco Johan Pettersson fue premiado con el IgNobel de Química (un Nobel de tintes humorísticos) por averiguar qué hacía que se pusiera verde el cabello de ciertos habitantes de la ciudad de Anderslöv, en Suecia. No era una cuestión de moda, ni tampoco una enfermedad extraña. La razón, finalmente, parecía residir en las tuberías de las casas.
El color del pelo (y también el de los ojos y la piel) depende básicamente de la cantidad de melanina que heredamos de nuestros padres. Sin embargo, según nuestro estilo de vida, el color del pelo puede cambiar de color. No es necesario ser un aficionado al manga y el anime para llevar el pelo de color verde, también puede ocurrir si nos bañamos a menudo en una piscina cuya agua está tratada con exceso de cloro.
O que tal vez se está filtrando cobre procedente de las tuberías de agua. De hecho, el color verde del pelo era algo muy corriente entre las personas que trabajan con cobre y metales. Y ésta era la razón, de hecho, que provocó que muchos habitantes de Anderslöv tuvieran el pelo verde.
Río Celeste
Se llama Río Celeste y está en Costa Rica. Este color se produce por la mezcla de carbonato de calcio y al azufre del Volcán Tenorio, que causa una serie de reacciones químicas en el lecho del río, generando este llamativo color.
El mejor lugar para contemplarlo (y hasta bañaros, porque sus aguas son termales), deberéis viajar a pleno bosque tropical, hasta el Cantón Guatuso, en la provincia de Alajuela.
El barrio con sabor a melaza
La razón, sin embargo, es mucho más peregrina. El 15 de enero de 1919, un gran tanque de hierro de media pulgada de espesor y 15 metros de altura lleno de melaza reventó creando una enorme ola de 5 metros de altura y 8.700.000 litros que avanzó a 56 kilómetros por hora arrasándolo todo a su paso: destruyó edificios y vehículos y mató a muchas personas. Pero, a cambio, a pesar de que se emplearon más de seis meses el limpiar las calles, quedó en el ambiente ese aire dulzón.