Son garabatos bastante personales, algunos de ellos inspirados por la pluma de escritores más experimentados que yo, tanto en el ámbito de la literatura de viajes como en la gestión de contenidos 2.0. En cualquier caso, espero que sirvan para inspiraros de algún modo, o incluso como punto de partida para desarrollar ideas todavía más completas y satisfactorias que las mías.
Sea como fuere, ahí van:
Enseñando cada día lo mismo
Para ello quiero contaros cómo se adiestran unos guías turísticos que trabajan en el puente de la bahía de Sydney, en Australia. La función del guía pasa por conducir al grupo de turistas en una escalada de cuatro horas hasta la cima del puente, atravesando corredores, escaleras y filos. Desde allí se puede contemplar toda la ciudad.
Y, a pesar de que muchos ya han visto una panorámica de la ciudad desde otros puntos elevados, aquella experiencia acostumbra a grabarse de forma más permanente en la retina de los turistas.
¿Cuál es el secreto? Al parecer, los guías deben entrenarse durante meses. El primer mes del programa de adiestramiento lo dedican a aprender a narrar historias, comunicar mensajes interesantes a toda clase de personas de diferentes orígenes y culturas. A continuación, aprenden a memorizar los distintos nombres de las personas. El segundo mes aprenden a gestionar los ataques de pánico de los excursionistas. ¿Os imagináis a qué dedican los dos meses siguientes?
Seguro que habéis pensado que se dedican a aprender la historia de Sydney en general, y del puente en particular. Pero no. Tal y como explica Martin Lindstrom en su libro sobre marketing Buyology:
A los futuros guías se les pide que dediquen el tercer mes a hacer su propia investigación, a hablar con las personas que trabajan o han trabajado en este puente, que lleva 75 años en pie, entre ellas a pintores, mecánicos e incluso parientes de las personas que participaron en el levantamiento de la estructura. ¿Por qué? Para que en vez de aprender a recitar de memoria y a repetir frases manidas, los guías puedan producir sus propias historias.
Cuando uno cuenta sus propias historias, además, también encuentra más motivación en repetirlas. Es la lección más importante que debemos aprender los que nos dedicamos a escribir sobre viajes: jamás confiar en el conocimiento ya forjado, sino forjar uno nuevo, idiosincrásico, personal. Que la gente vea las cosas a través de nuestros ojos, aunque dichos ojos sean miopes. Dicha miopía también tendrá su encanto, su frescura, su personalidad.
El carácter amateur de un blogger, en ese sentido, resulta fundamental. Su cercanía y su carácter vocacional son los signos distintivos que propician que el público prefiera leer a un blogger antes que a un experto en viajes que publica a través de una importante editorial. Además, publicar vocacionalmente, sin aspirar a que te lea muchísima gente que sufrague los gastos editoriales, permite escribir cosas muy personales, dirigidas a personas como tú. Conectar con tu público, aunque sea minoritario, es lo que te hará especial, único, blogger.
Tal y como afirma Nicholas Mirzoeff, de la Universidad de Nueva York, la razón por la que Internet continúa asombrando al lector es simple: “La red significa que finalmente estamos siendo expuestos a la totalidad de la disparatada lista de aquello en lo que la gente está interesada”.
O dicho de otro modo más radical: si todos los consumidores prefirieran siempre a un profesional antes que a un blogger amateur, entonces la gente también preferiría antes a una prostituta que a una enamorada a la hora de practicar sexo, porque generalmente la profesional nos proporcionará sexo de mejor calidad. Pero no es así. O como añade Clay Shirky en Excedente cognitivo:
Por razones similares, yo canto la canción Cumpleaños feliz a mis hijos, incluso con mi horrorosa voz para cantar, no porque pueda hacer un mejor trabajo que Plácido Domingo o Lyle Lovett, sino porque esos señores tan talentosos no quieren a mis hijos tanto como yo.
En otras palabras, en ocasiones no valoramos tanto la perfección técnica como el alma, el corazón o el mordiente. O incluso preferimos hacer las cosas no tan bien pero hacerlas nosotros antes que otros, por muy profesionales que sean, las hagan por nosotros. Eso es un blogger.
Fotos | Wikipedia En Diario del Viajero | Los bloggers de viaje del futuro te harán vivir lo que ellos viven