Nepal: viajar en el techo de un autobús

Si decidís viajar por libre a Nepal, posiblemente antes o después os encontraréis subidos en el techo de algún autobús. Y es que en un país donde no existe el tren y el transporte público va lleno hasta los topes, al final no queda más remedio que imitar a los locales y sentarse en la zona de carga de los vehículos. A menos que no nos importe esperar otro par de horas hasta que el próximo autobús salga.

Si ya el simple hecho de ir subido en semejante lugar es una experiencia para no olvidar nunca, añadidle dos factores más: el más que mejorable estado de las carreteras, que con sus baches y curvas pueden convertir un trayecto de 60 kilómetros en más de dos horas de viaje; y los cables de la luz.

No, no estoy bromeando. En un país como Nepal, donde la electricidad no sólo es escasa sino que muchas veces brilla por su ausencia, se da la paradoja de que los cables de la luz están en todas partes. Y para más inri, a una altura que podríamos considerar “peligrosa”; sobre todo cuando uno está más ocupado en agarrarse fuerte para no caer del vehículo (que llega a coger unas velocidades de vértigo), que en fijarse en ese cable que aparece por sorpresa y por poco le da en la cabeza.

El resultado: un viaje que bien podría considerarse “deporte extremo” y en el que soltaréis toda vuestra adrenalina. Aunque pueda parecer una locura, os aseguro que es una experiencia irrepetible, si bien yo siempre recomiendo lanzarse a ello sólo en trayectos “cortos” (de una hora y media como máximo), ya que de lo contrario puede resultar agotador. ¡Buen viaje!

Imagen | Nir Nussbaum en Flickr En Diario del Viajero | Lumbini, lugar de nacimiento de Buda, Pokhara, puerta de entrada a los Annapurnas

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