Mientras cristianos y ortodoxos de una u otra ramificación siguen a las greñas por la propiedad del Santo Sepulcro, una discreta cavidad fuera de las murallas de Jerusalén intenta proclamarse como la verdadera tumba de Cristo. Se trata de la Tumba del Jardín, ubicada al norte de la Puerta de Damasco.
Descubierta en 1867, la Tumba del Jardín no fue desenterrada hasta 1891, diez años después de que el General inglés Charles Gordon, sin duda un hombre influyente en la época, confirmase por su cuenta y riesgo que, efectivamente, se trataba del auténtico Sepulcro. Para ello se basó en su situación respecto a las murallas, y en el aspecto de una roca ubicada a escasos metros, en la que reconoció la forma de una calavera (“Gólgota” en arameo).
Desde entonces la tumba es custodiada por los cristianos anglicanos y protestantes, y no son pocos quienes acuden a ella en peregrinación para rendir sus respetos al hijo de Dios. Queda así demostrado, una vez más, que la Fe mueve montañas, ya que según diversos estudios arqueológicos, de ninguna manera podría tratarse del verdadero Sepulcro de Cristo.
Dejando a un lado el debate sobre su autenticidad, si de lo que se trata es de sentirse cerca de Dios, yo personalmente encuentro más facilidades en este modesto y tranquilo jardín a las afueras de la Ciudad Vieja de Jerusalén, que en ese batiburrillo de oro y plata en el que se ha convertido el Santo Sepulcro.
Foto | Carmen
En Diario del Viajero | ¿Por qué pelean en el Santo Sepulcro?
En Diario del Viajero | Museo Torre de David, en Jerusalén