En pleno centro de la isla de Java, la ciudad de Yogyakarta es una de las qué más afluencia de turistas recibe por encontrarse muy cerca de los templos de Borobudur y Prambanan. Pero ya de pasar un par de días en ella, sería una pena no dedicar al menos una tarde a visitar el Kraton o palacio del sultán.
En esta ocasión no hablamos de un palacio detenido en el tiempo. El kraton de Yogyakarta todavía está habitado, y mucho, ya que la zona anteriormente ocupada por los jardines del sultán, tras quedar literalmente abandonada durante años, se ha convertido en un vecindario en el que viven casi 30.000 personas.
Este hecho, en lugar de restar romanticismo a la visita, le otorga un atractivo añadido, ya que de esta manera es posible combinar la visita "histórica" con una visión más actual de la ciudad; por ejemplo, picoteando entre los puestos de su mercado.
Dentro lo que antiguamente fueran los terrenos del Palacio se encuentran salpicados diferentes ruinas y edificios, como el Castillo del Agua, que tras someterse a trabajos de restauración hoy día nos permiten recordar la época de esplendor del Sultanato.
El Kraton de Yogyakarta hace también las veces de museo. En sus salas pueden contemplarse vestidos, mobiliario y otros objetos que ofrecen una visión muy amplia de la cultura de esta zona de la isla. De hecho, el propio edificio es un magnífico exponente de la arquitectura tradicional javanesa.
La única zona del Kraton de Yogyakarta que no está abierta al público son las dependencias donde hoy día vive el Sultán, quien siguiendo la tradición heredó el título de su padre y no en base a unas elecciones, como pedía el Gobierno central.
Foto | Eric Beerkens En Diario del Viajero | Indonesia: Borobudur, el monumento budista más grande del mundo, Prambanan: Huella del hinduismo en la isla de Java