Las casas de Ámsterdam (II)

Seguimos nuestro recorrido por las típicas viviendas de Ámsterdam, adentrándonos en todos sus secretos. Aunque los amsterdameses no suelen hace gala de demasiado celo en guardar su intimidad, o al menos en mostrar a todo aquel que pase ante sus casas el interior de la planta baja. Las cortinas no son habituales, y los grandes ventanales hacen el resto. Tal vez la necesidad de luz natural, tan codiciada por estas latitudes, sean la razón.

Cocinas más o menos cuidadas, floreros (muchas flores en las calles y casas de Ámsterdam) sobre las mesas, las salas de estar... Incluso no tienen reparo en dejar las puertas abiertas si se celebra alguna reunión en casa (en verano, eso sí). ¿Será también fruto de esa renombrada tolerancia de la ciudad?

Pero tal vez es que el secreto que sí guardan celosamente es el patio interior, oculto habitualmente a los ojos el viandante.

Como curiosa que soy, accedí a algunos de estos patios del barrio del Jordaan, al estilo del fabuloso patio de Begijnhof, y son verdaderos jardines interiores, algunos pequeñitos, que guardan un remanso de tranquilidad y de frescor con sus plantas y árboles y que en muchas ocasiones comparten todos los vecinos.

A la mayoría de casas se accede subiendo unas empinadas escaleras, ya que no tienen la puerta principal a ras de suelo, lo cual me hizo pensar en la incomodidad de subir por ejemplo una buena compra del viernes. También hay puertas bajando otras escaleras, las correspondientes a la entrada del servicio en las casas más adineradas, antiguos almacenes inferiores.

Algunas casas tienen junto a su fachada un banquito (encadenado) y, cómo no, las omnipresentes bicicletas (también encadenadas) que casi todo habitante de Ámsterdam posee. Las flores en sus macetas también adornan esta bonita arquitectura asomándose a las ventanas o a las escaleras de acceso.

Las casas tradicionales más bohemias y sencillas podemos encontrarlas en el barrio del Jordaan. El Jordaan es un barrio construido en el siglo XVII por las clases menos favorecidas y hoy es habitado por estudiantes y artistas, bohemios entre calle con nombres de flores y curiosas tiendas. En este barrio se alza, discreta si no fuera por la larga cola que quiere acceder a ella, la casa de Anna Frank.

Por el contrario, las viviendas más suntuosas, verdaderos palacetes del Siglo de Oro, que suelen tener entre 15 y 30 habitaciones, se hallan en el Canal de los Señores y la Curva de Oro (Gouden Bocht).

En la curva del oro se suceden espléndidas mansiones mercantiles construidas en los siglos XVII y XVIII y que en la actualidad son sedes de bancos o importantes instituciones. Éstas están construidas en parcelas dobles, con fachadas decoradas al estilo de Luis XIV o clasicismo francés.

Tuve la oportunidad de entrar a una casa tradicional, menos rica, que conserva su antigua distribución y estructura (bueno, 3 casas en realidad, unidas por la estupenda Iglesia clandestina del ático) y como curiosidad diré que las camas estaban en las salas de estar. Me llamaron la atención también las estrechas escaleras para subir cada piso, flanqueadas por pequeños rellanos a los que algún armario, despensa o sillón dotaban de utilidad.

Es conveniente, para nuestra visita a Ámsterdam, hacernos con una buena guía de la ciudad, porque así podemos disfrutar de muchos detalles ocultos a simple vista respecto a casas que tienen mucha historia.

Como vemos, aparte de los curiosos barcos vivienda que se suceden en los canales de la ciudad, los edificios típicos de Ámsterdam, más suntuosos o más sencillos, tienen mucho que mostrar y, por suerte, que reservar.

Más información | Amsterdam Tourism & Convention Board En Diario del viajero | Todos los secretos de las casas de Ámsterdam, Hemos estado: Ámsterdam

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