Lo que ocurrió es que los chinos llegaron originalmente a California como mano de obra para construir el ferrocarril. Una vez concluida la tarea, los chinos sobraban, así que se cerraron las fronteras con la intención de que se extinguieran: los chinos no tenían permiso para traerse a sus mujeres consigo. Pero entonces llegó el gran terremoto.
El seísmo se produjo en 1906, y lo confundió todo. Se extraviaron los papales de nacionalidad y los chinos aprovecharon entonces para registrarse como nacidos en EEUU y, así, tener permiso para traer a sus familias. Luego, para ganarse la vida, decidieron construir un Chinatown a imagen y semejanza de la idea estereotipada que tenían los americanos de China. El objetivo era atraer a los turistas. Por eso Chinatown ha sido el plató de rodaje de películas como Indiana Jones y el Templo Maldito o Gremlins. Así pues, Chinatown también es el primer parque temático del mundo que sirve de hogar para miles de personas. Siendo ya la segunda mayor comunidad china fuera de Asia.
En la esquina de Grant y Bush Street se encuentra la entrada principal a Chinatown, una puerta china (con tejas verdes y dragones dorados en la parte superior). Todos los letreros están en chino, hasta los del McDonalds, y algunos ni siquiera tienen traducción al inglés.
Os voy a dar un ejemplo de objetos que acabé comprando: un Doraemon sentado en una taza de váter mientras lee el periódico provisto de una célula fotoeléctrica que, al lucir el sol, le hace mover la cabeza sonriente de un lado a otro, como si se lo estuviera pasando bomba.
Por doquier, también es frecuente toparse con chinos ejecutando una suerte de Tai Chi, lento y parsimonioso, con los ojos cerrados, repetitivo hasta la extenuación. Todos estos personajes se quedaban detenidos en el mismo lugar, junto a diversos puestos donde se exhiben panfletos de su reivindicación.
El barrio de Chinatown en San Francisco es la segunda comunidad china más grande de los Estados Unidos. De modo que, si bien a primera vista parece una recreación de parque temático, en las calles y callejones menos turísticos encontramos los restaurantes, tiendas y garitos donde consumen los lugareños. Es decir, los más auténticos.
Al final de Ross Alley también encontramos la Fortune Cookie Factory. Y ahora viene la sorpresa: en realidad, las galletitas de la suerte no fueron concebidas en China sino en San Francisco, en otro intento de vender la China más pintoresca a los occidentales. Daniel Lau es el autor de algunos de los tautológicos mensajes que esconden en sus entrañas: Daniel Lau fue, durante más de 10 años, desde mediados de los años 1980, el responsable de escribir todos y cada uno de los mensajes que aparecían en el interior de miles de galletitas de la fortuna de la compañía Wonton Food.
La Fortune Cookie Factory, inaugurada en 1962, es tan pequeña y recóndita que no la descubriréis hasta que estéis justo delante. Incluso puede que pase desapercibida entonces: a primera vista parece un lúgubre taller. De hecho, al fondo parecen estar tejiendo un grupo de trabajadores esclavizados, si bien en realidad son proverbiales y parsimoniosas fabricantes de galletas. (Cuidado: te cobran por las fotografías de los trabajadores, por 50 centavos de dólar.)
Al principio no iba a entrar, pero el dueño de la fábrica salió a recibirnos y nos invitó a entrar. Finalmente, adquirí una bolsita de galletas de un dólar, apremiado por el anciano dueño, y mi primera galletita de la suerte sanfranciscana me sorprendió con este mensaje: You deserve to have a good time alter a hard day´s work. Bueno, voy a confesarlo aquí: en realidad mi primer mensaje lo ignoro porque acabó en mi estómago. Había dado un bocado tan bestia a la galletita que inadvertidamente también estaba masticando el mensaje. Así que, el transcrito, constituye en realidad mi segunda mensaje de la suerte.
En Diario del Viajero | Instantáneas de California