Pasear por la playa de Koekohe, en Moeraki (Nueva Zelanda), a 40km sur de Oamaru, es como hacerlo por cualquier otra playa paradisíaca del mundo. Con una salvedad: en la arena os iréis topando con diversas rocas esféricas, como meteoritos caídos desde hace miles de años, como huevos de Gozdilla o de dragón, como esculturas de algún artista excéntrico. Sí, todo eso lo parece por las rocas son distintas entre sí en relación a su tamaño: pueden tener de 0,5 metros a 2,2 metros de diámetro y pueden llegar a pesar hasta siete toneladas.
Según las tradiciones orales de la isla los Moeraki son piedras sagradas, y en realidad son calabazas que arrastró la marea en el naufragio de la canoa Araiteuru cerca de Nueva Zelanda. Hoy constituyen un importante atractivo turístico de la isla y están protegidas dentro del dominio de una reserva natural.
Si acaso, encontraremos la razón principal de que se formen estas rocas: el fósil de una concha o un fragmento de hueso alrededor del cual se forma la roca. Por ejemplo, en la bahía de Hawke, muy cerca de Moeraki, los investigadores han encontrado piedras similares cuyos núcleos albergaban esqueletos perfectamente conservados de tortugas, caracoles marinos y reptiles extinguidos.
Por cierto, estas rocas esféricas también se pueden encontrar en otras playas, como Bowling Ball Beach, en California, a unos 150 km al norte de San Francisco, al condado de Mendocino.
Vía | Ya lo sabes
Foto | Karsten Sperling | Kiwi-sonja | William M. Connolley
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