En el corazón del territorio de Chihuahua se encuentra el impresionante paisaje de las Barrancas del Cobre. Dispersos entre sus quiebres y abismos viven los raramuris, miembros de un pueblo indígena rebelde, que se resiste desde hace siglos a aceptar los cambios que ha vivido México. Fieles a sus tradiciones coloristas y pacifistas, los raramuris han hecho una especie de pacto por el cual aceptan convivir con el resto de los mexicanos durante la Semana Santa.
Es entonces cuando bajan de las sierras para reunirse en Tewerichic para visitar la pequeña iglesia de la Misión. Su llegada es ya un espectáculo con sus trajes tradicionales llenos de color, con los tambores a la espalda y un rudimentario violín en mano. En un ejemplo perfecto de sincretismo, los raramuris o tarahumaras bajan para rendir homenaje a sus dioses padres en una fecha que coincide con la celebración de la Semana Santa. A partir de la esperada gran fiesta, su Dios Padre va a estar satisfecho compartiendo el regocijo con sus vástagos rarámuris y así protegerá a sus familias, sus animales y sus cosechas.
Al momento de la salida de las misiones de territorio mexicano, los raramuris y la Iglesia habían conseguido una convivencia consentida aunque nunca se entregaron por completo. Las ancestrales creencias de su pueblo pudieron acomodarse a los conceptos traídos por los jesuitas a América. Sin embargo, al ser expulsados de los dominios de la corona española, los raramuris volvieron a una existencia libre por la sierra, y a aferrarse a sus dioses.
Aún hoy, siguen celebrando la fecha uniendo ambas creencias y siguiendo el modelo que les fuera enseñado por aquellos misioneros del siglo XVII. "Un dato interesante es que los rarámuris representan a los chabochis(los blancos, mestizos, los mexicanos) en el grupo de los malos (fariseos), los cuales se pintan de blanco y representan a los partidarios de Judas, que en la danza simbólicamente andan en todas partes y dominan la situación, pero al final son vencidos y triunfan los representantes del bien: los soldados".
Tewerichic está en un valle espléndido, rodeado de impresionantes barrancas y a orillas del Río Conchos. El último poblado en donde se puede encontrar alojamiento es Bacoyna. De otra manera hay que acampar en el lugar y abastecerse de alimentos en la Misión, atendida por las hermanas.
Fotos | Sancho Panza y México desconocido En Diario del Viajero | Semana Santa