Hay un aroma característico de las calles de Marruecos: el perfume del té de menta que se ofrece en cientos de puestos callejeros, en las casas, las tiendas, los hoteles. A toda hora, en todo lugar.
Hoy es muy común encontrar puestos de venta de todo tipo de comida, en los cuales también se ofrecen vasos cargados de hojas verdes frescas de menta y un terrón de azúcar esperando el agua caliente, que llega cuando aceptas la invitación. Hasta en los restaurantes, es muy usual que acompañe a las comidas.
La costumbre de la invitación a un té de menta viene de tiempos remotos. El sabor refrescante de la menta ayuda a paliar el efecto del calor de Marruecos, pero además, es una convención social. Te invitarán a un vaso de té cuando llegues a una casa, cuando entras a una tienda a regatear por algún objeto mas o menos importante (ten por seguro que antes de llegar a un acuerdo por la alfombra que buscas, te llevarás mas de un vaso de té de menta dentro tuyo).
En ocasiones, la preparación del té es una oportunidad para que el anfitrión (casa, tienda o donde sea) haga un despliegue de conocimiento del tema: cómo se eligen las hojas, como se precalientan los vasos (si es en una casa, con agua caliente), cómo se colocan las hojas (de tal forma que parecen llenar el vaso pero luego el agua las reducirá mucho), cómo debe caer el chorro de agua caliente, etc.
En las oportunidades que lo probé, me hizo recordar bastante a la ceremonia de preparar un buen mate y por tanto me interesé y pregunté para descubrir muchas similitudes. Sobre todo en el sentido “social” de compartir un vaso de té de menta en Marruecos. Sin dudas, una experiencia para vivir lentamente, a su ritmo, y que no debes perderte.
Foto | Rosino en Flickr
En Diario del Viajero | Fez, una de las ciudades imperiales de Marruecos y capital del cuero