Es mucho más sencillo, debido a la cantidad de vuelos comerciales existentes, dejarnos llevar por las apariencias y por temor de respirar un aire viciado.
Sin embargo, algunas cifras nos hablan del peligro que reside en las embarcaciones. Y si vemos en cualquier puerto deportivo la cantidad de pequeños y grandes barcos que van y vienen, nos daremos uenta que también los barcos constituyen una fuente de emisiones de CO2 a controlar.
Un barco de 24 metros, consume 500 litros de combustible por hora.
Algunas compañías armadoras han tomado el reto de disminuir las emisiones de carbono y de compensar con acciones que ayuden a preservar la salud del planeta.
La plantación de bosques en Escocia, un proyecto hídrico en Bulgaria o una granja eólica en Nueva Zelandia son algunos de los emprendimientos de una de ellas para compensar el CO2 emitido por sus embarcaciones.
Las empresas interesadas en colaborar en esta tarea de mantener el planeta entre todos, tienen planes de control de emisiones, contadores y planes de acciones compensatorias para llevar a cabo. Sólo hay decidirse y empezar a hacerlo.
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