¿No te gustan los cruceros? Tranquilo: es posible viajar en carguero por todo el mundo
No a todo el mundo le seduce la idea de pasar sus vacaciones a bordo de un crucero, surcando los siete mares y desembarcando unas horas de ciudad icónica a ciudad icónica para tirar fotos y llenar las alforjas de souvenirs. No gusta, quizá, por el precio elevado. Pero me consta que en muchas ocasiones no gusta por toda liturgia que rodea al crucero (la cena con el capitán todos vestidos de gala, por ejemplo). Quien mejor ha demostrado su rechazo a esta clase de viajes es David Foster Wallace en su libro de viajes Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer.
Para quienes busquen una alternativa más barata y sin tanto glamour impostado, la tendencia ahora es recorrer mundo a bordo de un carguero. Sí, de esos que transportan montañas de contenedores apilonadas de una forma que que recuerda vagamente al juego Tetris.
En el mundo hay alrededor de 30.000 cargueros, pero sólo un 1% de ellos transportan tanto carga como pasajeros. El porcentaje, sin embargo, está creciendo paulativanamente. Entre los turistas del norte de Europa este tipo de turismo ya es tendencia, hasta el punto de que ya existen agencias especializadas dedicadas exclusivamente al turismo en mercantes y las principales compañías de carga de todo el mundo han habilitado unos pocos camarotes en sus barcos.
En una economía mundial en desaceleración, los precios de flete han caído tanto que transportar a una persona desde Shanghai a Rotterdam proporciona diez veces más ingresos que un contenedor de 20 pies lleno de muebles.
Las ventajas de viajar en un crucero ya las conocemos, pero ¿cuáles son las ventajas de hacerlo en un carguero?
Ventajas
- Precio: alrededor de 115 dólares al día, que no es particularmente barato, pero te garantiza una cama y tres comidas en algunos de los mayores barcos jamás construidos.
- Los cargueros suelen hacer rutas a costas aisladas e islas distantes.
- Las ciudades portuarias son lugares que generalmente están fuera del mapa, en comparación a los típicos destinos turísticos.
- La estancia promedio en los puertos es de un día, lo cual le brinda al pasajero más tiempo para explorar el lugar que en los apresurados viajes de crucero. El tiempo de escala y la hora de salida se indica en una pizarra en la pasarela que conecta con el muelle.
- Las cabinas de pasajeros son más espaciosas que las de un crucero.
- Dispones de baño privado, aire acondicionado, probablemente un refrigerador pequeño, una televisión y vistas desde tu ventana (si no están obstruidas por un contenedor, claro)
- Algunos buques tienen piscinas, pero no ofrecen casinos o espectáculos. Podrás descansar, relajarte y, opcionalmente, entablar amistosas conversaciones con la tripulación. Con todo, algunos barcos mercantes ya están incorporando sala de ping-pong, piscina y sauna.
- No hay cena con el capitán, aunque todos comen en un comedor comunitario de forma relajada.
- Sustituyes la falta de servicios de lujo por mucha privacidad. Puedes comer en tu camarote y no acudirán a limpiarlo cada mañana (normalmente es una vez a la semana).
- Sustituyes el jolgorio y el ruido por la paz, la tranquilidad y el recogimiento: la biblioteca, sala de lectura y un par de tumbonas colocadas a popa.
- En cualquier momento se puede cambiar un puerto por otro dependiendo de las condiciones meteorológicas o la propia carga, así que tu viaje será cualquier cosa menos predecible.
Si queréis más información, aquí teneís una exhaustiva guía de internet para un viajero en un transporte de carga.
Vía | Bloomberg
Imágenes | Pixabay