Hace tiempo que vivo en Málaga y hasta que llegué, tenía muchas ganas de conocer este estupendo pueblo blanco de la Axarquía malagueña. Hoy os cuento mi visión, después de dar un paseo por Frigiliana, con mis consejos para disfrutar de la experiencia de una visita a esta localidad.
Este pueblo blanco malagueño, junto a Ronda, Mijas y sus burro-taxis o un paseo por Macharaviaya, son excelentes opciones para los que pasen unos días o unas semanas en la Costa del Sol, al margen de las muchas posibilidades que tiene la provincia.
Para llegar a Frigiliana desde la ciudad de Málaga, lo mejor es tomar la carretera A7 en dirección Almería. Al llegar a la salida 292, veremos un desvío indicado como Nerja/Frigiliana, que nos llevará directamente a esta bella localidad, situada a unos 60 km de la capital malagueña. Desde Nerja, hay unos diez kilómetros y si venimos desde Granada, tardaremos un poco más de una hora, siempre por buenas carreteras, hasta el último tramo.
Si vas en transporte público, puedes ir hasta Nerja desde donde puedes tomar un autobús a Frigiliana por unos dos euros. Por estar situada en los límites del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, los últimos km desde la salida hasta la entrada al pueblo son bastante escarpados y la carretera tiene bastantes curvas, aunque ese trayecto final no se hace incómodo y se goza de muy buenas vistas.
Al llegar, hay que dirigirse hacia el casco histórico, donde encontramos un gran aparcamiento turístico. En los meses de octubre a febrero es más fácil encontrar aparcamiento en las calles cercanas, pero es un pueblo bastante visitado por lo que aparcar no será una tarea fácil, ni siquiera durante el invierno.
Frigiliana es un pueblo de unos 3.000 habitantes, que pese a ser ya un destino turístico, sigue conservando su autenticidad y aunque ya no es un secreto y es un lugar bien conocido, todavía no está masificado. El conjunto arquitectónico de Frigiliana se considera el mas puro entre los pueblos de origen árabe de Andalucía. Además, recibió en 2015 el reconocimiento como uno de los municipios más bellos de España.
Sus calles peatonales, su estupendo empedrado en dos colores, formando dibujos geométricos y sus empinadas cuestas y escalinatas, son el marco perfecto para las casas encaladas, de un blanco deslumbrante, llenas de tiendas de artesanía y recuerdos.
Parece que sus habitantes se esfuerzan por embellecer su ciudad, llenando balcones y rejas de tiestos de flores, detalles originales y llenos de encanto, que alegran a los que se acercan atraídos por la fama de este pueblo serrano. En general, una visita a la ciudad comienza entrando en el casco histórico, en el que no se puede circular en vehículo salvo que seas residente.
Subiendo hacia el Ayuntamiento, recorreremos calles, en un continuo recorrido ascendente, que nos permitirá disfrutar cada vez más de las vistas de la ciudad desde los miradores panorámicos. Animando el paseo, encontraremos placas de azulejos que nos cuentan la historia de judíos, moriscos y cristianos, y sus conflictos durante su convivencia histórica.
Si decidimos alojarnos para disfrutar de paseos más largos, no es complicado encontrar casas rurales o pequeños hoteles, si reservamos con dos o tres días de antelación. Para comer, además de establecimientos más dirigidos a los visitantes y turistas, encontraremos sin dificultad locales tradicionales que aún conservan el gusto por la buena alimentación de la zona, basada en los productos locales.
En los comercios, encontraremos ofertas para comprar mangos y aguacates, productos con aloe vera y con miel de caña, que se elabora todavía en una fábrica situada en el propio municipio. Además, todo tipo de recuerdos y souvenirs dirigidos a los visitantes extranjeros, -cada vez más- que se acercan a conocer esta zona.
Cada año, son más los europeos que están comprando casas en este municipio, como vivienda de temporada o segunda residencia, o para trasladarse a vivir en Frigiliana tras su jubilación.
Qué ver en Frigiliana
Frigiliana se autodenomina La villa de las tres culturas ya que a finales del siglo XV, convivían en ella personas de las tres religiones más importantes, la cristiana, la judía y la musulmana, lo que se recoge en la Fuente de las tres culturas y en otros monumentos como la vasija del Adarve del Torreón.
Al llegar, encontrarás la Plaza de las Tres culturas y el llamado Balcón del Mediterráneo desde donde puedes disfrutar de las vistas del mar. Allí está la entrada al pueblo, tomando la calle Real y dejando a tu derecha el edificio de los Reales propósitos, un antiguo almacén o silo para guardar el grano.
Caminando encontrarás una bifurcación, uno de los lugares más emblemáticos del pueblo, donde todo el mundo hace y se hace fotos. Tomando la calle de la derecha, la que sube la escalinata, te diriges hacia el Barribarto, recorriendo la zona morisca de la ciudad. Calles empinadas, fachadas blancas y puertas azules te alegrarán la vista mientras te esfuerzas en subir en dirección al Ayuntamiento.
En el camino encontrarás la fábrica de miel de caña de Nuestra Señora del Carmen, la única fábrica de miel de caña que existe en Europa, instalada en el antiguo Palacio de los Condes de Frigiliana. También es recomendable visitar el Museo Arqueológico, situado junto a la oficina de Turismo.
También verás la Iglesia de San Pedro, cuyo interior es interesante, y según sigas caminando, encontrarás multitud de puntos de interés turístico, histórico o simplemente, lugares de belleza incomparable donde disfrutarás deteniéndote un rato a mirar, a hacer fotos...
Para comer, imprescindible probar las berenjenas fritas con miel de caña, las migas o el chivo, un cabrito asado típico de la Axarquía. Puedes ir a cualquiera de los restaurantes del pueblo, entre los que destacan el Restaurante Adarve, en la calle Alta, La taberna del Sacristán, el restaurante El Mirador o La bodeguilla, en la Calle Real.