Muchos estáis ya de vacaciones y otros estáis todavía pensando a donde dirigir vuestros pasos. La elección de un destino u otro de vacaciones depende siempre de muchos factores, y no siempre el lugar al que más ganas tienes de ir es el que más te sorprende o incluso aquel destino en el que terminas como por casualidad te marca para siempre. Al igual que hizo mi compañero Pakus la semana pasada me ha tocado repasar viajes pasados y compartir con vosotros mis nueve ciudades favoritas.
Alguna podrá parecer peculiar, podrán desde luego faltar ciudades o podréis pensar que estoy loca por aconsejaros estos destinos, pero todas y cada una de ellas han dejado en mí una huella imborrable que hace que o haya vuelto o tenga pensado volver en un futuro muy próximo. Espero que os gusten mis elecciones.
Londres
Llevo poco tiempo en Diario del Viajero pero creo que ya lo vais sabiendo: Londres es mi lugar favorito en el mundo, es el refugio en el que perderme cuando necesito descanso, es el subidón de cultura cuando necesito teatro clásico en inglés. Poder disfrutar de un par de días libres y simplemente dejarme llevar por sus calles o sentarme en Tavistock Square a leer un libro bajo uno de sus imponentes árboles. Seguir conociendo las joyas del Museo Británico o descubrir museos más pequeños como el Sir John Soane's Museum, casa conservada como en el día de su muerte, hace 180 años. Londres es más que el Big Ben o la London Eye, o que los bulliciosos Portobello o Candem; es sentarte en un banco de St. Bartholomew the Great o descubrir la casa de Charles Dickens.
Londres es coger un tren e imaginarte asistiendo a uno de los grandes banquetes que Enrique VIII daba en Hampton Court o intentar cruzarte con el fantasma de Jane Seymour. Es poner un pie allí donde estaba el palacio en el que nació Elizabeth II, a la orilla del Támesis, en Greenwich y también es saber que muchos de los bolardos que hoy encuentras en la City son antiguos proyectiles desactivados y redorados para la ocasión.
San Petersburgo
Una visita de dos escasos días San Petersburgo, en pleno julio, con sus noches blancas y su sol luciendo contra el Hermitage fueron suficientes para enamorarme de la ciudad. Incluso el paseo en barco en el típico tópico espectáculo para turistas me enamoró.
Asombrarse al conocer la historia de El Salvador sobre la Sangre Derramada, construida sobre el lugar en el que asesinaron a Alejandro II, con sus cúpulas de colores vibrantes fue una de las cosas que más me impactó. Ganas de volver no me faltan.
Honolulu
Quien dice Honolulu dice la isla de Oahu entera. La visita en sí ya fue cuando menos curiosa, porque pocas veces se va una al otro lado del mundo a acompañar a una amiga en una mudanza. Fue mi primera visita a los Estados Unidos entrando justo en el estado más poco estadounidense de todos. No hice surf pero sí pude visitar la isla con alguien que llevaba tiempo allí e incluso tuve la oportunidad de entrar en una de las muchas bases militares. Y una de las muchas cosas que nunca olvidaré es el penetrante olor a flores al bajar del avión.
Desayunar cada día mirando a los Ko'olaus. Dar la vuelta a Oahu en un descapotable por Kamehameha Highway y que te llueva a cántaros no es lo típico que esperas de Hawaii, pero sí que te hace gracia si aprovechas y paras para comprar fruta en un puesto al lado de la carretera. Y la impresión que te provoca ver los restos del USS Arizona, casi al alcance de la mano, sabiendo la cantidad de gente que se hundió con él el fatídico día del bombardeo de Pearl Harbor.
Chicago
Creo que de todas las ciudades del mundo que he visitado Chicago ha sido la única que ha conseguido que se me quedara cara de Paco Martínez Soria en medio de los rascacielos de la Avenida Michigan. Girando sobre mí misma sin poder cerrar la boca por algo más de 10 minutos. El Loop y esos primeros rascacielos que se erigieron en el mundo tras el gran incendio. La obra de Frank Lloyd-Wright en Oak Park y en muchos otros lugares.
Subirte a la Torre Sears y sentarte en el SkyDeck, ese mirador de cristal del piso 103 (ese mismo que se resquebrajó el año pasado) que tiene una caída libre de 413 metros. Mirad si Chicago me impresionó que en ese mismo viaje hicimos paradas en Boston y Nueva York y esta última no consiguió disipar el asombro que me provocó la ciudad del viento.
Shanghai
Shanghai ese ese sitio en el que al lado de un rascacielos inimaginable te puedes encontrar una chabola hecha con latas. Donde para levantar edificios a los que no les ves el final utilizan andamios de bambú sujetos por cuerdas, donde la tradición se mezcla con la modernidad más insultante y en la que el cielo está permanentemente cubierto por una inquietante niebla de polución.
Dos ciudades distintas dentro de una misma a ambos lados del río Huangpú: el Bund con su variedad de edificios que van desde el clásico al renacentista y el Pudong, el distrito financiero, insultantemente lleno de luces de colores y edificios que desafían toda ley de gravedad. Y los maravillosos jardines de Yuyuan, diseñados durante la Dinastía Ming.
San Francisco
Una amiga y yo siempre tenemos la broma con los demás de que si alguna vez nos toca la lotería y desaparecemos habrá muchas posibilidades de encontrarnos en San Francisco u alrededores. Me enamoró nada más llegar, sin ni siquiera acercarme al Golden Gate o al Pier 39, sin haberme paseado aún por Marina o por Haight-Ashbury, hoy en día en clara decadencia, sin haber puesto un pie en el colorido Castro. Allí estaba yo, con mi maleta en la puerta del hotel en cuesta con ganas de comerme aquella ciudad.
Encerrarse en una celda de Alcatraz, un paseo en helicóptero por la bahía, Sausalito, el Japanese Garden, las Painted Ladies... si hay alguien que no cae rendido a esta ciudad es que no está vivo por dentro.
Florencia
La primera vez que fui a Florencia tenía 16 años, fue con el instituto y nos metimos tropecientas mil horas de autobús desde Galicia hasta allí. Al plantarme delante del Duomo supe que tantas horas de cuellos retorcidos y cintas cassette infernales habían valido la pena y después de la cola de la muerte para entrar en la Academia supe que nunca vería algo tan perfecto como el David de Miguel Ángel.
Diecinueve años después repetí visita con ganas de comerme la ciudad con los ojos, dispuesta a sufrir el Síndrome de Stendhal al ser incapaz de asimilar tanta belleza y arte. Me impresiono como si fuera la primera vez y sé que cuando vuelva volveré a sentir lo mismo caminando desde el Duomo hasta la Piazza della Signoria.
Gante
Yo soy de esa gente que sí, adoró Brujas pero no pudo resistirse al encanto de Gante, más pequeña pero con ese Graslei rodeado de muelles medievales, esas calles llenas de encanto y esa Catedral de San Bavón con su mezcla de románico, gótico y barroco (y con alguna banqueta de Ikea dentro) que guarda con mimo en su interior 'La Adoración del Cordero Místico' de los hermanos Van Eyck. Sólo por esto ya valdría la pena visitarla pero es mucho más.
Estambul
De triste actualidad hoy en día Estambul es una maravillosa ciudad llena de contrastes, donde dependiendo de la zona en la que te hospedes te despertarán los rezos de las mezquitas o será el bullicio de la gente y su vida nocturna. Santa Sofía está cada día más deteriorada pero es un lugar en el que no te llegan los ojos para intentar asimilar todo lo que ves. La Mezquita Azul, con su gente rezando, su entrada y salida de lugareños y su cercanía al Gran Bazar, donde sí, te sobarán y tendrás que regatear si quieres algunas cosas, o el Bazar de las Especias que es de visita obligada para absorber olores y colores.
Una puesta de sol desde un barco en el Bósforo es algo que no creo que vaya a olvidar nunca, mientras volvíamos de tomar el obligado café en Pier Loti. Y sí di el coñazo con los versos de la 'Canción del pirata': "Y va el capitán pirata, cantando alegre en la popa: Asia un lado, al otro Europa, y allá al frente Estambul". La historia de esta ciudad merece que todo el mundo la visite como mínimo una vez en su vida.
¿Qué me queda por visitar?
Pues muchos sitios y muchas chinchetas que poner en ese mapa tan grande que es el mundo y esperando que siga habiendo lugares que me impresionan y dejan con la boca abierta y me marcan tanto como estas 9 ciudades.
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