Desde el año 1996, el cambio de hora en otoño se hace en la madrugada del último domingo de octubre -antes este cambio se hacía en septiembre- por lo que este domingo toca regular los relojes, de forma que amanecerá y anochecerá una hora antes. Recuerda que el 25 de octubre tenemos que cambiar muchos relojes para atrasarlos una hora, en casa, en el coche... (y no será la última vez que cambiemos el horario).
Un año más, debido a la confusión que provoca, escucharemos la cantinela clásica... pero ¿es una hora más o una hora menos? ¿A las dos son las tres o a las tres son las dos? ¿Dormimos una hora más o una menos? Esta medida siempre es polémica, siempre resulta algo complicada para algunos y en opinión de muchos, es una medida absurda, ya que el ahorro que supone, es mínimo.
Cómo hacer el cambio de hora
En la noche del sábado al domingo, cuando sean las tres de la mañana, hay que atrasar los relojes para que vuelvan a ser las dos. Si dejas hecho el cambio cuando te vayas a acostar, te costará menos enterarte de la hora correcta al despertar el domingo.
En el teléfono móvil, la tablet y el ordenador no hay problema porque el cambio de hora se hace automáticamente pero te tocará cambiar la hora -y recordar cómo se hace ese cambio- en muchos dispositivos como relojes de cuerda o de pilas, el reloj de la cocina, el del horno, el del coche y otros muchos como el del vídeo, el microondas, etc., y sobre todo, en el despertador de la mesilla de noche.
Por qué se hace este cambio de horario
Los motivos que se aducen para seguir haciendo este cambio de hora dos veces al año, son económicos. Se dice que con la adaptación de la hora oficial a la hora solar, se consigue ahorrar dinero. Se trata de una medida de ahorro energético o de mejorar la eficiencia horaria, reduciendo el consumo eléctrico por parte de los ciudadanos.
Sin embargo, el total que se estima que se ahorra con esta medida, no llega a los 6 euros por persona y año, con un total aproximado de 300 millones de euros para nuestra población, lo que para muchos, no compensa el trastorno del sueño, el descoloque de despertarse de madrugada o no lograr dormir, para un ahorro muy relativo en la práctica.
¿Hasta cuando haremos cambio de horario?
Las dudas sobre la eficacia o conveniencia de esta política de origen económico, han hecho que exista un debate con el objetivo de terminar de una vez por todas con estos cambios de horario que tenemos que hacer cada seis meses. Por ese motivo, hace tiempo que se planteó a nivel de la UE eliminar ese cambio de horario que hace que atrasemos los relojes antes de llegar el invierno y los adelantemos antes de que comience el verano.
Teóricamente, este año ya no se iba a cambiar puesto que en 2019 iba a ser el último cambio de hora, pero el Parlamento Europeo propuso un aplazamiento, de forma que este año sería el último cambio, por lo que la fijación de la hora definitiva en cada país se hará ya con efectos desde 2022.
Para ello los países tienen que decidir con qué horario se van a quedar, si con el de verano o con el de invierno, de forma que en los países que opten por el horario de verano, se haría el último cambio en marzo del próximo año, y los que decidan quedarse con el horario de invierno, aún tendrían que hacer cambio en marzo de 2021 y finalmente el último en el mes de octubre.
En nuestro país, aún no se ha decidido de manera oficial qué horario sería el elegido, y ni siquiera si se mantendría equiparado nuestro huso horario con el de GMT+1 como actualmente o si tendríamos el mismo horario que Londres, -nuestro horario natural por posición geográfica - por lo que aún no sabemos cómo quedaría configurado nuestro horario, cuando este sea definitivo.
¿Cómo nos afecta este cambio de hora del domingo 25 de octubre?
Durante los primeros días, lo más habitual es experimentar un pequeño desfase a la hora de levantarnos, como si tuvieramos algo de jet-lag como si nos hubiéramos ido a un país con otro huso horario. En consecuencia es posible notar algo de cansancio, dificultad para dormir y una cierta irritabilidad o estrés.
Esta será una sensación pasajera que se normaliza tras dos o tres días, en que nuestro cerebro y nuestro reloj estarán plenamente sincronizados. Tras la adaptación, estaremos de nuevo adaptados al horario, con la pena de que los días serán muy cortos y que a partir de las seis de la tarde veremos anochecer.
En todo caso, el próximo domingo día 25 de octubre tendremos que atrasar los relojes una hora, para que las tres sean las dos, y para que cuando nos levantemos por la mañana, tengamos una hora menos en nuestros relojes y en consecuencia una hora más para disfrutar del domingo.
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