Lo que comenzó como una crítica al sistema americano en la película Borat, parece haber tenido un efecto no calculado.
Recordarán que en esa película, su actor personificaba a un pseudo periodista kazajo que viajaba a Estados Unidos para conocer su way of life.
A raíz de la triste posición en que dejaba a la sociedad kazaja, el gobierno de aquel país llego a pensar en demandar a Sacha Baron Cohen (que así se llama Borat). Pero al final, no hicieron nada.
Pues bien, el Ministro de Turismo y Deporte de Kazajistán, Temirjan Dosmujanbetov ha declarado que:
"El número de turistas que quieren pasar sus vacaciones en Kazajistán crece año tras año. En los primeros nueve meses del 2007 el número de turistas aumentó un 31,5% respecto al mismo periodo del año anterior y superó los 3,9 millones de personas. Es posible que esta película, junto a otros factores, haya influido en esta cifra".
Las teorías de marketing y demás podrán opinar y ponerle nombre a este tipo de fenómenos pero a mi modesto entender, lo que esta película ha logrado es poner sobre la mesa el nombre de un lugar lejos de connotaciones bélicas o violentas. Borat y su humor ácido (aunque no lo comparta plenamente) ha sido una llamada para dirigir la vista hacia un rincón del mundo que figuraba en las guías de los más aventureros y que escuchábamos nombrar sólo en ocasión de terremotos o lanzamientos espaciales.
Kazajstán, el noveno país más grande del mundo tiene una extensa historia que nos lleva desde Gengis Khan, pasando por la Rusia imperial y hasta nuestros días en la nueva capital (Astana).
Se merece un promotor mejor para sus atractivos turísticos, pero el "tirón" de la peli no le vino nada mal.
Vía | Publico
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