Entre enero y septiembre de 2019, 448.200 españoles disfrutaron de un crucero como opción de vacaciones, un 7,3% más que en el mismo periodo de 2018, según cifras desveladas por la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA) a finales de enero.
Cada vez son más los que se plantean este modo de viajar como una opción muy a tener en cuenta cuando planean sus vacaciones, sin importar el perfil del viajero. El crucerista español tiene una edad media de 45 años y una parte significativa de ellos va acompañado de sus hijos. De hecho, en 2019, el 15% de los pasajes tenía como titular un menor de 18 años.
La comodidad, la variedad de actividades y la oportunidad de aprender cosas nuevas son algunas de la razones por las que los padres se embarcan con sus hijos a disfrutar de viajes como los que ofrece Pullmantur, la única compañía que navega teniendo muy en cuenta la forma de ser de los españoles, sus horarios, con el español como idioma oficial, una gastronomía adaptada a sus gustos, y con todo incluido en todos los itinerarios, independientemente del momento del año en el que se realice.
Hemos tenido la oportunidad de hablar con cuatro de ellos, que nos han contado cómo han sido sus vacaciones en familia y cómo sus hijos han vivido una experiencia educativa diferente, mientras se lo pasaban estupendamente.
Viajar sin preocupaciones
Irene tiene cuatro hijos. En su caso salir de vacaciones suponía para ella y su marido seguir ‘trabajando’, así que llegó un momento en el que se plantearon hacer un viaje diferente, sin preocupaciones, y eligieron ir de crucero. “Está todo muy bien organizado, no tienes que preocuparte por nada, solo dejarte llevar. Además, te permite conocer varias ciudades en pocos días y luego, una vez que las has visto, decides si te apetece volver en otro viaje o no”.
Antes de ir con su hija, Óscar ya había experimentado cómo son unas vacaciones en un crucero. Le gustó tanto que repitió cuando ya era padre y su hija tenía siete años, “ahora tiene doce y nos gustaría volver, aunque creo que la experiencia sería algo diferente”.
Una de las ventajas de los cruceros es que sus propuestas son tan variadas como sus pasajeros. La oferta de Pullmantur, por ejemplo, tiene en cuenta la diversidad de público que elige sus barcos para planear las vacaciones. En el caso de las familias, hay actividades que pueden disfrutar todos juntos, pero también otras dirigidas a los más pequeños (de 0 hasta 11 años) y un espacio propio para los que ya entran en la adolescencia (de 12 a 17 años) y tienen otras inquietudes y gustos. Irene recuerda cómo a sus hijas, con 15 años, “lo que más les gustó son las actividades relacionadas con el baile y los espectáculos”.
Mar, por su parte, agradece “todas las actividades que se organizan a cualquier hora del día”. Y añade: “los padres podemos estar tranquilos ya que los niños pueden estar en todo momento vigilados por monitores mientras disfrutan”. En esta familia también son repetidores: han ido de crucero dos veces con sus hijos, que ahora tienen 7 y 10 años, y ya están planeando el siguiente.
Descubrir nuevas culturas
Junto a los momentos de diversión también hay ocasión para aprender. Un crucero es una forma de viajar que acerca a los niños a culturas y personas diferentes a las que suelen tratar en su vida habitual. “Hay gente de diferentes lugares, y fue una buena ocasión para conocer a niños y jóvenes de distintos sitios de España”, reconoce Irene. Al mismo tiempo que tienen ocasión de practicar otros idiomas, cuando desembarcan en algún destino lejos de las costas españolas o latinoamericanas.
Fuera del barco, cuando uno baja a tierra, la experiencia continúa. “Puedes visitar varios países en pocos días. En nuestro caso pasamos por Turquía, Grecia y Croacia y acabamos en Italia”, describe Óscar. “Sin duda viajar es algo que ayuda a abrir la mente y a los niños les viene bien”. Se convierte en una forma de conocer otras culturas y la historia de los lugares en los que recalan sin apenas esfuerzo.
Esta experiencia educativa para los más pequeños comienza en cuanto embarcan. Nada más poner un pie en el barco, ya forman parte de un club que en Pullmantur han bautizado con el nombre de Trotanautas. Se trata de un programa desarrollado por psicólogos y expertos en entretenimiento infantil, donde no solo diseñan actividades lúdicas, también fomentan valores como la amistad, el juego en equipo, el respeto por el mundo marino y el medio ambiente.
Pasar unos días navegando les acerca a una forma de vida totalmente desconocida para la mayoría de ellos. “Pueden aprender sobre conceptos marineros, como qué es ‘babor’, ‘estribor’, ‘popa’ y ‘proa’”, reconoce Óscar, quien también destaca que “comportarse y juntarse con gente de distinta procedencia sin duda es interesante para su personalidad”.
Junto a la posibilidad de pasar unas vacaciones diferentes con toda la familia, Esther, que junto a su marido y sus dos hijos se embarcó en un crucero con sus padres y la familia de su hermana, resalta la importancia de estar en contacto con la naturaleza. “Salen de casa, de su ciudad y se encuentran durante varios días viviendo sobre el mar, disfrutando del Sol por las mañanas y de la Luna y las estrellas por la noche, viendo todo tipo de animales, marinos y terrestres, o paisajes diferentes a los que acostumbran”, nos cuenta.
Historia, idiomas, bailes, astronomía, cocina, costumbres… Sea lo que sea, los cuatro padres con los que hemos hablado coinciden a la hora de subrayar que un crucero debe verse también como una experiencia educativa para los más pequeños de la casa. “Son esponjas y salir de su entorno les abre los ojos a un mundo nuevo que quieren conocer”, finaliza Esther.
Imágenes: Pullmantur