Los amantes de lo kitsch estarán tristes porque el Museo de Liberace cierra sus puertas. Uno de los lugares más rocambolescos de Estados Unidos (y éso ya es mucho decir) se va quedando sin fans, sin visitantes, sin taquilla, etc.etc.
Movida por la curiosidad, mas que por la devoción al músico y showman Liberace, tuve la "buena idea" de alejarme del strip de Las Vegas para visitarlo. Lo que encontré fue mas para un estudio sociológico que para una guía de viajes.
A lo largo de su extensa vida, Liberace hizo de su persona un personaje y rey de los excesos. Mucho brillo, mucho delirio escenográfico, mucha mezcla en su repertorio. Este mix sembró en décadas pasadas la admiración en unas generaciones que van desapareciendo junto a su figura.
El museo de Liberace llegó a recibir medio millón de visitantes al año hasta finales del siglo XX. Hoy, apenas llega a los 45.000 por año. Los nuevos visitantes llegan a Las Vegas sin saber quién fue este excelente pianista que sucumbió al encanto de Las Vegas. En su estilo han abrevado desde Elton John a Lady Gaga.
Parte de la colección serán expuestos en las principales ciudades americanas, después del cierre del museo a finales de octubre. Zapatos, coches, pelucas, pianos, levitas sembradas de piedras, partituras, joyas, capas de plumas, miles de candelabros de cristal, su cama con dosel y hasta las pantuflas de Liberace saldrán de gira. Al menos una parte de los cientos de objetos que llenaban esas salas de paredes doradas hasta el agobio.
Me pregunto: ¿quién será capaz de llevarse el resto a casa?
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