Después de llegar en tren hasta Lhasa, la capital del Tibet, nuestros compañeros Lucas y Altea, decidieron juntarse con un grupo de 3 españoles y cruzar una de las rutas más espectaculares que existen sobre la tierra.
De Lhasa a Katmandú existe una "carretera" que serpentea pueblos imposibles y collados a más de 4.000 metros. En esa tierra donde sólo habitan los yaks y esa raza superior a las demás que posee la inventiva de cultivar vegetales o cualquier cosa que llevar a la boca en esos terrenos tan crudos y tan poco humanos.
Estuvieron siete días y pasaron por el campo base del Everest en la parte tibetana a 5,200 metros y durante el periplo sobrevivieron a todos los efectos meteorológicos posibles: nieve, ventiscas y calor asfixiante.
Ahora deben estar descansando en Katmandú, entre el bullicio de las bicicletas, las motos, los saris, impostores sadhús, las preciosas casas newaris, y algún pesado pregonando sus dotes de guía o comiendo un pedazo chuletón en alguno de sus restaurantes no apto para budistas o hinduistas. ¡Menudo viaje!
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