Viajar a Japón: Cosas a tener en cuenta antes de partir

En este segundo post del especial ‘Viajar a Japón’, hablaremos de un par de peculiaridades del país que pueden reportarnos algún problema si las desconocemos.

Puede que una de las cosas más sorprendentes de un país tan ‘moderno’ y siempre a la última como Japón sea lo poco extendido que está el uso de las tarjetas de crédito y las dificultades para encontrar un cajero automático.

Pero ya que vamos a hablar de dinero, empecemos por el principio: la moneda japonesa es el yen – que en japonés se pronuncia en-. Existen billetes de 1000, 2000, 5000 y 10.000 yenes, y monedas de 1, 5, 10, 50, 100 y 500 yenes, todas con su valor en números occidentales excepto la moneda de 5 yenes, que podemos saber su valor por omisión o por el kanji del número 5 – pronunciado go-.

Gracias a la actual fortaleza del euro podemos ir a Japón y volver con la sensación de que todo es mucho más barato.

En el momento de escribir este post un euro equivale a unos 167 yenes – y lleva bastante tiempo rondando esta cifra – por lo que para saber el valor de lo que se está pagando se puede equiparar al de las antiguas pesetas y así conseguir un cambio bastante exacto y sencillo – el valor actual del cambio yen/euro se puede consultar en todo momento aquí -.

Normalmente no soy muy partidaria de llevar grandes cantidades de dinero en los viajes de avión pero, dada la escasez de cajeros automáticos, se hace necesario llevar dinero en efectivo para pasar al menos un par de días sin problemas.

En Japón la mayoría de cajeros automáticos de los bancos – 銀行 pronunciado ginko – sólo aceptan tarjetas emitidas en el propio país y además únicamente suelen estar disponibles durante las horas en las que están abiertos – que acostumbra a ser de 9am a 3pm -, y tampoco hay que fiarse de los horarios cuando se quiere cambiar moneda ya que los propios bancos tienen horarios específicos para ello, – las cajas de cambio de moneda habitualmente abren entre 10:30 y 11am -.

Los cajeros – llamados ATM – que aceptan tarjetas internacionales suelen ser los de las centrales bancarias de las grandes ciudades, pero todo tiene su truco: en Japón se puede sacar el dinero en los cajeros automáticos de correos – abiertos de lunes a viernes de 9am a 4pm – y sus oficinas más céntricas también abren los fines de semana-.

Existen muchas oficinas de correos por todo el país – llamadas yubinkyoku 郵便局 -, de manera que siempre hay alguna cerca, así que suele ser la opción más interesante para obtener efectivo y además se puede cambiar el idioma del cajero al inglés – algunas incluso al castellano -, con lo que todo es mucho más fácil – los cajeros de los bancos suelen estar únicamente en japonés -.

Otra opción es buscar bancos internacionales pero no hay demasiados y vuelven a estar sólo en las zonas más céntricas de las grandes ciudades.

Muchos japoneses utilizan para pagar en infinidad de locales las tarjetas IC Suica – una especie de tarjeta monedero -, pero no son demasiado útiles para el viajero. Lo más curioso es que muchos japoneses llevan esta tarjeta integrada en el móvil.

Otro tema que suele preocupar es la seguridad, pero Japón es un país que no entraña riesgos, sobre todo para los turistas, ya que las leyes niponas suelen ser más duras con el delincuente cuando la víctima es turista, lo que contribuye a garantizar su seguridad.

Aunque la realidad es que Japón tiene una de las mafias organizadas más importantes del planeta, los Yakuza, pero sorprendentemente están muy bien tolerados por los habitantes – están ‘sindicados’ y tienen oficinas como cualquier otra compañía – y, si se le pregunta a un japonés, es posible que no tenga mala opinión de los Yakuza.

Los Yakuza se dedican esencialmente a la prostitución, al tráfico de drogas y al juego, pero no hay que preocuparse ya que difícilmente se dejan ver por los turistas, y ello pese a que son fácilmente reconocibles por la gran cantidad de tatuajes que llevan y porque les suelen faltar falanges en los dedos de las manos – que se amputan ellos mismos como señal de arrepentimiento por haber quebrantado el Código Yakuza -.

Además Japón está repleto de policías. Cada pocas manzanas hay una caseta con un par de ellos – llamadas koban 交番- que atenderán cualquier problema, aunque lo cierto es que dedican gran parte de su tiempo a orientar a transeúntes y suelen disponer de pequeños mapas de la zona – muy útiles en un país dónde la mayoría de las calles no tiene nombre -.

En Japón es obligatorio ir documentado, así que es importante llevar el pasaporte encima en todo momento, aunque si pillan a un turista indocumentado simplemente lo acompañarán hasta el hotel para revisar el pasaporte.

En caso de emergencia, el número de la policía es el 110 y el de las ambulancias el 119, pero si no habláis japonés los mejor es dejarle esta tarea a alguien que si lo haga – los japoneses son extremadamente amables y os ayudarán sin problemas siempre que se lo pidáis, aun cuando no os entiendan demasiado -.

También es importante hacerse un seguro médico. En Japón no tienen un sistema de Seguridad Social Universal como el español y siempre es conveniente tener cobertura médica – hay que saber que la Seguridad Social no nos cubre en todo el mundo -. De todas formas, la mayoría de seguros médicos privados y algunos seguros de coche ya cubren estos supuestos sin necesidad de hacer un gasto extra.

El coste médico de una visita suele rondar los 60 euros y los medicamentos que requieren receta en España también suelen requerirla allí así que, si se sufre alguna enfermedad, es conveniente ir bien preparado y llevar todos los medicamentos necesarios para el viaje.

En Japón no hay que preocuparse por vacunarse ni nada por el estilo. Sólo tienen alguna enfermedad autóctona poco común y realmente difícil de coger como es la Encefalitis Japónica.

A mi en particular sólo me ha picado algún bicho, algo que se resolvió con un sencillo antihistamínico que me dio una farmacéutica bastante alucinada con la hinchazón de la picadura; pero seguramente fue mucho más culpa mía que del bichito japonés – soy una alérgica tremenda – y es posible que él no fuese más que un insignificante mosquito.

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