Hace unos años, esperando las maletas en el aeropuerto de Barcelona, se me acercó un anciano y apuntando al cigarrillo que acababa de encender me preguntó con un marcado acento americano:
"¿Se puede fumar aquí?", a lo que respondí: "¿Fumar? ¡Por supuesto! ¡Esto es España! ¡Aquí uno puede fumar donde le venga en gana!"
Al pobre viejete le empezaron a caer lágrimas de felicidad. Sólo faltaba que se arrodillara y empezara a besar el suelo español dando caladas al Marlboro de vez en cuando por si le faltaba nitrato en los pulmones.
Hoy en día la situación ha cambiado pero existen países donde fumar en las tiendas o en el autobús todavía no está mal visto. Las tabacaleras aumentan la nicotina en esos países para conseguir más adeptos y ni el frío impide a la gente en China sacarse la mano del bolsillo para apurar la última calada.
En la foto del día mostramos un estanco cualquiera en una ciudad china cualquiera. Y más que un estanco, ¡eso parece un supermercado!