Hoy voy a hablaros de Split, la villa romana que se convirtió en la capital de Dalmacia, en Croacia.. La costa de Croacia alberga ciudades maravillosas. Algunos ejemplos son Pula, Šibenik, Zadar, Dubrovnik o Rijeka. La más grande de ellas es Split, quizá la región más bonita y visitada de este país mediterráneo.
Split es una ciudad llena de historia y de futuro. Por un lado fue la residencia de verano del emperador romano Diocleciano. Por otro es el puerto más importante de Croacia y uno de los lugares con más turismo de este país. Quizá sea la ciudad más viva de esta bonita zona.
Split está situada en el sur de Croacia. Sirve de conexión entre Dubrovnik y Zagreb. Es la segunda ciudad más grande del país. Muchos viajeros utilizan a Split como punto de partida, como puerto para visitar las hermosas islas de Croacia. Muy cerca de Split están las hermosas islas de Hvar, Korçula y Brač.
Pero Split es mucho más que un puerto. Es una ciudad histórica, Patrimonio de la Humanidad. Nació cuando el emperador Diocleciano estableció allí su residencia de verano. Diocleciano acabó enamorándose de la región, la convirtió en su residencia permanente y, de hecho, Diocleciano está enterrado en Split.
Él mandó construir la torre más grande de la ciudad, el Mausoleo Diocleciano y el Palacio, del que ya hablamos aquí. El Palacio, las murallas y todo el conjunto arquitectónico está muy bien conservado. Esto se debe a que en el siglo VII, los habitantes de Salona se refugiaron en Split y ciudaron de la ciudad.
Como en casi todas las ciudades amuralladas, los ciudadanos fueron construyendo sus casas donde podían dentro de la muralla, lo que acabó apelotonando las casas unas con otras haciendo que las calles de Split fuesen muy estrechas. Además, la mayor parte de las casas, el Palacio, la muralla y todos los edificios de la parte antigua están hechos con piedra blanca, lo que hace que pasear por Split sea muy agradable.
El Palacio se transformó en la Catedral de Domnio también en el siglo VII, convirtiendo al Mausoleo en un campanario. Esto tiene gracia, porque Diocleciano fue un emperador que se hizo famoso en parte por perseguir a los cristianos. Años más tarde los cristianos transformarían su palacio en una catedral. Aquí se cumple aquello de “quien ríe el último ríe mejor”. Por lo menos no han usurpado su tumba.
Un atractivo importante de Split son sus catacumbas. Las han convertido en Mercadillo, lo que hace que se pierda en parte su valor histórico, pero les da mucha gracia. Otro monumento interesante es la estatua del obispo Gregorio de Nin, un héroe nacional que decidió traducir la Biblia al idioma croata.
El mejor lugar para tomarse un café es la Plaza Veneciana, una placita muy pintoresca que imita a la Plaza de San Marcos de Venecia, aunque las columnas están pintadas de rojo. Para comer un buen lugar es el restaurante Fife, que está un poco más lejos de la zona más transitada del paseo marítimo. Allí tenéis que tomar el plato típico de Split, que es pastiçada con gnoki, una carne asada con especias que resulta muy sabrosa..
Os recomiendo también pasear por el barrio de Marjan, y subir a la colina que corona la ciudad. Desde lo más alto de Marjan tendréis la mejor vista de Split. Además muy cerca de allí hay playas muy bonitas para darse un chapuzón en el mar turquesa del Adriático.
Supongo que tras la lectura de esta relación de maravillas, habréis comprobado cuanto os puede apetecer conocer Split, la villa romana que se convirtió en la capital de Dalmacia, en Croacia. Si aprovecháis para visitar desde ahí Šibenik y las islas de Hvar, Korçula y Brač, entenderéis por qué me gustó tanto conocer este país.
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