Entre los puntos de mayor interés de la costa adriática de la antigua Yugoeslavia, nos encontramos ante una de las ciudades costeras más singulares y fascinantes de Europa, la ciudad de Kotor, la recóndita ciudad en Montenegro.
Kotor se encuentra en las denominadas “Bocas de Kotor”, es decir, en lenguas de mar que forman una costa muy accidentada, rodeada de impresionantes montañas. Ya desde el principio, se percibe esta ciudad como un punto estratégico, concebido con tal finalidad ya que es inimaginable lo que es capaz de hacer el ser humano por defender un trozo de tierra.
La fascinante Kotor
Es una ciudad con dos mil años de antigüedad, rodeada por una muralla interminable que sube por encima de uno de los Balcanes y encerrado en una lengua de mar. Kotor es una ciudad toda blanca y pulcra. Sus orígenes datan del siglo II a.C. en la Provincia Romana de Dalmacia.
Sus murallas, casi su símbolo de identidad, fueron construidas por Justiniano I para defenderla de los Godos, y le fue bien, porque no fue hasta tres siglos después cuando los Sarracenos la saquearon, a pesar de encontrarse en zona permanentemente conflictiva.
En el siglo XI fue ocupada por el Primer Imperio Búlgaro, aunque pronto pasó a formar parte de la República de Ragusa. Desde 1490, la ciudad y sus alrededores pertenecieron a Venecia, y es a ellos a quien deben su excepcional arquitectura. Ya en el siglo XIX pasó al Imperio Astro-Húngaro, y a lo largo del XX ha formado parte de Italia, Yugoslavia, Serbia, y por último, de Montenegro.
En todos los países en los que se ha encontrado siempre resultó ser un emplazamiento defensivo, ya sea para defenderse de godos, sarracenos o turcos. Como cualquier ciudad amurallada, tiene las calles estrechas e irregulares. Es muy fácil perderse, aunque ese es uno de los secretos de Kotor, perderse. Lo mejor es dejar el mapa a un lado y permitirse a uno mimo caminar sin dirección fija para disfrutar de los pequeños comercios de la zona, del olor a pescado fresco recién frito o de sus esquinas más peculiares.
¿Qué ver en Kotor?
En Kotor hay dos catedrales, una católica, muy antigua, del Románico (s. IX) y otra más moderna, ortodoxa. La primera (derecha arriba), la Catedral del San Trifón es la más impresionante, recuerda un poco a las grandes iglesias románicas de Asturias. La segunda (derecha abajo), la de San Nicolás, es más grande y redonda, y posee una gran bandera de la Iglesia Ortodoxa Serbia.
Sin olvidar sus bellas iglesias, lo mejor de Kotor es su muralla, y las vistas desde ella. Tened cuidado al subir, porque a veces hay unos farsantes que pretenden haceros pagar un dinero que no necesitáis pagar. Si os negáis a pagar, os dejan pasar igualmente y cuando viene la policía se van corriendo. Por otro lado, hay una entrada alternativa desde fuera, en el camino hacia una pequeña iglesia abandonada.
La vista desde la muralla permite ver toda la lengua de mar, los principales edificios y otros pueblos de los alrededores. Allí encontraréis la graciosa y pequeña Iglesia de Nuestra Señora de la Salud (ocupa la parte izquierda del collage anterior). Os impresionará la muralla al anochecer, cuando está más vacío, casi sin gente mientras la brisa del mar refresca un poco.
La ciudad tiene mucha vida nocturna también. Aunque se pierde la vista de la maravillosa ciudad blanca, Kotor tiene muchos bares y buenos restaurantes para cenar o tomarse una copa. También es impresionante subirse a la muralla al anochecer para observar las iglesias iluminadas y las “bocas de Kotor” llenas de luces.
Durante una visita a Kotor se puede aprovechar para practicar numerosos deportes, como senderismo, mountain bike y sobre todo el descenso de barrancos y otros deportes similares. También tiene una playa muy grande para todo el que disfrute dándose un chapuzón para descansar tras las visitas culturales. Sin embargo, en mi opinión su principal interés es la visita por las calles de la ciudad y su muralla.
Kotor es una ciudad que vale la pena visitar en un recorrido por la zona del Adriático, aunque pueda pasar medio desapercibida en una planificación inicial, en mi opinión es una parada obligada si se viaja por sus aguas.
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