Chiringuitos, bares y cafés no faltan. Así como hostales y hoteles que, de todas maneras, andan un tanto desperdigados. Si vais cargados haréis bien en dirigiros antes a la oficina de turismo para informaros de la disponibilidad y precios de las camas y así evitar caminatas innecesarias.
La playa es un auténtico espectáculo. La gente se toma el día para jugar, tomar el sol, bañarse, comer o lo que venga en gana. Aquí el puritanismo no ha llegado ni por asomo y cada uno/a va como le da la santa gana.
Jurmala es una bonita zona donde los pinos y el verde se dan un fraternal abrazo con largas dunas de arena fina y un mar de agua limpia y poco profunda. Ideal para escapar un día de la ciudad y camuflarse entre los locales con la toalla colgando del cuello y un billete de tren en el bolsillo.