En el estado federado de Renania del Norte – Westfalia de Alemania, cerca de la frontera con Bélgica y los Países Bajos, descubrimos la bella ciudad de Aquisgrán (Aachen en alemán), una tranquila población con algo más de 260.000 habitantes.
Allá por el año 800, Carlomagno instaló en esta ciudad su gobierno, muriendo y siendo enterrado en la misma. Más de 30 emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico fueron coronados en Aquisgrán, entre ellos el emperador Carlos I de España y V de Alemania. Ya en el siglo XVIII fue tomada por el ejército francés, pasando en el XIX a formar parte de Prusia.
En una visita a la ciudad nos llama enseguida la atención su espléndida catedral. El origen de la misma es la Capilla Palatina iniciada por Carlomagno en estilo bizantino con una planta octogonal y un deambulatorio delimitado por columnas. A partir de ella se levanta la catedral, destacando las maravillosas vidrieras góticas que tienen unos 30 metros de altura, lo que proporcionan al interior del templo una gran luminosidad, así como una invitación al recogimiento y la espiritualidad. De lo alto de la cúpula cuelga un inmenso candelabro del siglo XII. Asimismo podemos ver el que dicen que fue trono de Carlomagno y su tumba.
Cerca de la catedral nos encontramos el Ayuntamiento, de estilo gótico, aunque podemos distinguir estilos arquitectónicos anteriores en su fachada, como la torre cuadrada. En su sala blanca se negoció en 1748 la Paz de Aquisgrán, que puso fin a la Guerra de Sucesión Austriaca. En el piso superior se encuentra la sala imperial, donde anualmente se entregan los premios Carlomagno, otorgados a personalidades que destacan por su labor en pro de la paz y la unidad de Europa. Entre otros se ha otorgado este premio al Rey Juan Carlos I, Felipe González o Javier Solana.
Frente a la portada norte del Ayuntamiento se abre la plaza del mercado, llena de puestos de flores, frutas o pasteles. En su centro se levanta una fuente con una estatua de Carlomagno.
Fotos | José Antonio Onieva
Enlace | Turismo Aquisgrán
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