Es que las autoridades de la capital holandesa buscan reducir la cantidad de estos establecimientos como medida para bajar los niveles de criminalidad que azotan a la ciudad.
Claro que ello no significa que desaparezcan por completo sino que dejarán aquellos que se alcen en sectores “claramente manejables”. Así, además buscarán revalorizar el centro histórico para volver a darle más seguridad, mayor belleza y convertirlo en un sector más habitable, sin canabbis ni prostitutas.
De este modo, de los 482 escaparates que la industria del sexo posee en Amsterdam solo quedarán funcionando alrededor de 200. En tanto, de los 76 coffee shops existentes en el centro de la ciudad, la mitad debería cerrar sus puertas, lo que significa el 17 por ciento del total de los que existen en toda la capital.
Así, este plan pensado de aquí a diez años, busca mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y de los turistas que visitan Amsterdam aunque, claro está, habrá quienes extrañen visitar ciertos lugares para darle rienda suelta a sus vicios o a sus más bajos instintos...