Hacer un grafitti en una escultura, cortar un lienzo de un cuadro, robar objetos valiosos, quemar una capilla... Perturbados hay en todas partes, y si deciden atentar contra una obra de arte, sus actos son conocidos públicamente y pueden hacer plantearse cuestiones de seguridad.
Hace unos días un hombre (visitante habitual del templo) fue detenido tras provocar un incendio en el interior de la Sagrada Familia, en Barcelona. Además, intentó hacerse con algunos de los objetos de valor que allí se encontraban, al grito de "¡Todo esto es robado!", por lo que también se le acusa de hurto.
Las llamas no causaron heridos, lo cual ya es de agradecer dada la gran afluencia al monumento, pero obligaron a desalojar a los 1.500 turistas que se encontraban allí en ese momento.
Pero las llamas sí han provocado importantes daños en la cripta de la nave central, aunque afortunadamente no se ha dañado la obra original de Gaudí, como las cristaleras.
El templo abrió sus puertas al día siguiente, y de nuevo turistas y guías lo poblaban, pero han quedado algunas secuelas. Ahora se notan unas medidas de seguridad más estrictas, y a raíz de este incidente, los responsables de la Sagrada Familia piden a los Mossos d'esquadra que revisen su plan de seguridad.
No es la primera vez que este lugar sufre un incendio. Es un espacio donde siempre se han oficiado las misas de la parroquia y alberga la sepultura de Antoni Gaudí, que se salvó tras la gran destrucción del incendio declarado en 1936, en plena Guerra Civil. Como consecuencia del ataque revolucionario, se perdieron los planos, los dibujos y las fotografías originales.
Suponemos que el autor de este incendio no entraría en el templo llamando la atención con un bidón de gasolina, y mecheros o cerillas se pasan en cualquier sitio, así como la intención de robar. Para eso no hay detectores.
Por eso toda seguridad es poca para preservar estos monumentos de valor incalculable, aunque por desgracia creo que mientras haya personas dispuestas a hacerles daño o a destruirlos, habrá maneras de saltarse los controles de seguridad.
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