Hoy, muchas comarcas españolas ven revalorizar la trashumancia tanto desde el punto de vista cultural, como turístico. El caso de Euskadi es significativo, definiendo 4 rutas de trashumancia que se dan a conocer para el turista activo que desee revivir aquel peregrinar.
Hasta épocas recientes, el pastoreo ha condicionado el modo de vida del País Vasco, formando uno de los pilares más fuertes de su historia. Es por lo tanto el oficio más antiguo de Euskadi. Debido al clima estacional de su geografía, los traslados periódicos de los rebaños han sido necesarios a fin de que el ganado tuviese siempre pasto. De esta forma, grupos de ovejas, vacas o yeguas han sido periódicamente trasladados desde los pastos de verano (en zonas altas de montaña) a los de invierno (en los fondos de los valles). Esto se debe a que los pastos montañosos son, en su mayoría, improductivos en los meses más fríos, pero al llegar la primavera la explosión de vida supera con creces a la de los fondos de los valles.
Las vías de trashumancia utilizadas han variado muy poco a lo largo de la historia: las que han llegado a nuestros días son muy parecidas a aquellas que comenzaron a ser diseñadas en la prehistoria.
Aquí las cuatro Rutas de la Trashumancia en País Vasco.
Trashumancia: La Cañada de los Roncaleses
Se encuentra ubicada en la zona oriental de Navarra y une los pastos pirenaicos del Valle del Roncal con los páramos bardeneros del Valle del Ebro. Se trata, por lo tanto, de una de las vías de trashumancia de mayor longitud de Euskadi.
Es una de las antiguas Cañadas Reales, una vía pecuaria de Gran Trashumancia, en la que antiguamente se podían ver transitar rebaños formados por miles de ovejas, realizando el viaje de entre 5 y 7 jornadas. En Euskadi estas largas vías eran conocidas con el nombre de “altzubideak” o “artaldebideak”, caminos de rebaños.
Actualmente, al igual que ocurre con la gran mayoría de las vías pecuarias, la Cañada Real de los Roncaleses ha caído en desuso. Sin embargo, siendo un bien público, representan una inmejorable oferta para recorrer cientos de kilómetros que atraviesan los más contrastados paisajes, y conocer desde los extensos campos de trigo hasta los verdes bosques de los Pirineos.
Trashumancia: La Colada de Opakua (Araba)
Existen varios nombres para los caminos de trashumancia de ganado. Quizás el más conocido es el de cañadas: cuando el camino mide hasta 75 metros de anchura. Pero también se emplean otros como cordeles (hasta 37,5 metros), veredas (hasta 20 metros) o coladas (cualquier vía pecuaria de menor anchura que las anteriores) que es el caso que nos ocupa.
El recorrido lo realizan dos veces al año, desde los valles a la montaña y viceversa. Suele ser por la fiesta de San Pedro (29 de junio)cuando suben a los pastos de verano y por San Miguel (29 de septiembre), en otoño, cuando bajan de nuevo a los valles, o se acercan a la costa. Siempre en busca del clima más favorable.
Esta ruta de pastores comienza en los alrededores de Agurain (Salvatierra) y llega hasta el alto de Opakua en la sierra de Entzia. Hoy en día encontramos este camino acondicionado para poder recorrerlo.
Trashumancia: De Aralar a la costa
En la Sierra de Aralar encontramos una muestra de trashumancia media. En el mes de mayo los pastores suben a la sierra con sus rebaños y se quedan allí durante todo el verano hasta que llega el otoño, momento en el cual bajan a los valles cercanos de la costa en busca de temperaturas más templadas.
Estos caminos que comunican las zonas de pasto de las montañas con los valles aún se mantienen en su mayor parte, aunque ha disminuido mucho la cantidad de ganado que transita por ellos.
Trashumancia: Hacia Gorbeia
Entre los meses de mayo y noviembre los pastores y sus rebaños forman aún hoy parte del paisaje que podemos encontrar en las campas de Gorbeia.
Ellos han sido los dueños y señores de estos parajes durante siglos y, solo hace unos años, han comenzado a ceder terreno ante senderistas y montañeros que disputan el trono de su preciado reino de sosiego y tranquilidad. Con la llegada de las nieves se ven obligados a bajar a los valles en busca de cobijo y alimento, y allí permanecerán todo el invierno a la espera de que el tiempo permita la vuelta a sus lugares preferidos de pasto.
En todas las estribaciones de Gorbeia encontramos infinidad de puntos desde los que parten los pastores hacia los pastos montañosos en los meses próximos al verano.
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