En tales fechas es cuando se ha celebrado La Ceremonia del Fuego, uno de los espectáculos ciudadanos más asombrosos a los que he acudido nunca y que implica a gran parte del casco antiguo de la ciudad.
Durante estos dos días, al caer la noche, miles de antorchas y fuegos se prendían por las calles, puentes y plazas del casco antiguo de Girona, apagándose la iluminación eléctrica. De este modo podías pasear por las aculebrinadas calles como si te sintieras un personaje de Juego de Trono o El señor de los anillos.
El aire olía a fuego, la gente se arremolinaba en las plazas donde se izaban grandes esferas punteadas por antorchas. Macetas de las que brotaba una llama constante se alineaban por todas las calles. Y también de los puentes que cruzaban el río Onyar colgaban como trenzas iluminadas recipientes en los que quemaba el fuego.
Una flor mecánica gigantesca que se abría y lanzaba llamaradas fulgurantes iluminaba de súbito el centro de la ciudad, al ritmo de los "ohhh" de los asistentes, faquires, funambulistas autómatas... todo perfectamente concebido y coreografiado por la compañía francesa Carabosse.
La forma de realizar el itinerario quedaba en manos del público, que únicamente sabía los puntos en los que se hallaban las atracciones planteadas por Carabosse. El grupo Diables de l'Onyar, que organiza espectáculos con fuegos de artificio en la capital gerundense, colaboraba con la organización.
Además, en los locales suenan conciertos de jazz y musica experimental. La comida callejera te manchaba los dedos de aceite. Todo muy medieval. Y una forma muy efectista de inaugurar el festival Temporada Alta de teatro y artes escénicas de la ciudad. Para mí la más bonita de Cataluña.
Y así, el río Onyar y los principales puentes que lo atraviesan, la Plaça de Sant Fèlix, la del Cul de la Lleona, la Catedral o els Jardins del Alemanys y otros rincones que quedaron iluminados por el tartaleo de las llamas, más que nunca recordaron que aquél era un plató natural para el rodaje de Juego de Tronos.
Fotos | Sergio Parra