Los aires más frescos del norte español en esta época del año, nos tientan a considerar esta zona como destino para una escapada de verano. Así descubrimos a Aínsa, una villa medieval en el Pirineo.
Rodeada por la reserva natural del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, la villa de Aínsa nos lleva a nuestro pasado medieval con sólo caminar sus calles.
Su casco antiguo, incluída la Plaza Mayor, data del sigo XII. Imposible obviar una visita a la iglesia que se encuentra en el lado opuesto de la plaza donde se encuentra el Castillo.
En el mismo casco histórico encontramos el Museo de Artes y Oficios Tradicionales, en el que se puede ver una gran recopilación de objetos en torno al tema de los oficios artesanos. Se ubica en una de las más espectaculares viviendas del casco antiguo, Casa Latorre.
Si buscamos participar o presenciar sus fiestas más significativas, tendremos que acercarnos a ver la representaciónn de la Morisma, o a los festivales internacionales del Castillo de Aínsa o la Expoferia del Sobrarbe.
Se dice que en la batalla, al capitán Garcí Ximénez se le apareció la Santa Cruz envuelta en llamas y que, gracias a la fuerza que este hecho le inspiró, llevó a su ejército a la victoria.
Aínsa se encuentra a 592 metros de altitud, entre los valles de Ara y del Cinca, una situación privilegiada cerca de la frontera con Francia, el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, la Sierra de Guara y el valle de Benasque.
Llegamos a ella fácilmente desde Lleida (120 kilómetros), Huesca (96 kilómetros), Zaragoza (166 kilómetros) o Jaca (70 kilómetros)
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