El parque natural con uno de los bosques prehistóricos más bonitos del mundo es Patrimonio de la Humanidad y está en Canarias

En un mundo que no se detiene, donde las notificaciones suenan sin parar y los días se nos escapan entre reuniones, tareas y pantallas, encontrar un lugar que realmente nos ayude a desconectar se ha convertido casi en un lujo. Pero, por suerte, la solución está más cerca de lo que parece: pasar tiempo en la naturaleza. Y no lo decimos solo por intuición, sino porque cada vez hay más estudios que confirman que estar en contacto con entornos naturales reduce el estrés, mejora la concentración y refuerza el sistema inmunológico.

Por suerte, en España tenemos la dicha de contar con algunos de los parajes naturales más espectaculares del planeta y hoy hablamos de una de nuestras joyas de la corona: el Parque Nacional de Garajonay.

Este paraíso verde, ubicado en el corazón de La Gomera, una de las islas más sorprendentes y salvajes de Canarias, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986, aunque es mucho más que un simple espacio protegido. Se trata de un auténtico viaje al pasado, a un tiempo donde los dinosaurios dominaban la Tierra y los bosques de laurisilva cubrían buena parte del sur de Europa. Hoy, este tipo de bosque de laurel prácticamente extinto, sobrevive en contados rincones del planeta y Garajonay es uno de los más importantes y mejor conservados.

Parque Nacional de Garajonay: la experiencia de recorrer el paisaje que dominaban los dinosaurios

Este parque nacional, que ocupa más del 10% de la superficie de La Gomera, debe su nombre a una antigua leyenda local: la historia de Gara y Jonay, una joven gomera y un muchacho tinerfeño que, al no poder estar juntos por la oposición de sus familias, decidieron acabar con sus vidas en lo alto del parque. Un relato trágico que ha quedado grabado en la cultura de la isla y que da un aire especial a este entorno ya de por sí impresionante.

Y efectivamente, su belleza es hipnótica: el parque cubre más del 10% de la superficie de la isla y ofrece más de 600 kilómetros de senderos que atraviesan un mundo húmedo y brumoso, donde los helechos gigantes y los musgos que cuelgan de los árboles parecen sacados de una película de ciencia ficción. La experiencia de caminar entre la niebla del bosque, con el sonido del agua deslizándose por las rocas y el canto de los pájaros como banda sonora, es sencillamente inolvidable.

Además es un verdadero santuario para la biodiversidad. Alberga más de 1.000 especies de plantas, muchas de ellas endémicas, así como aves tan emblemáticas como la paloma rabiche y la paloma turqué, auténticas supervivientes de los bosques primigenios.

Una parque para descubrir al completo

Para empezar la visita con buen pie, nada como pasar por el Centro de Visitantes Juego de Bolas, situado en el norte del parque. Allí se ofrece información práctica sobre rutas, condiciones meteorológicas y flora y fauna local. Además, cuenta con una exposición interactiva que contextualiza la importancia ecológica y cultural del parque y permiten una primera toma de contacto con el entorno natural. Es el lugar perfecto para planificar el recorrido o simplemente inspirarse antes de sumergirse en el bosque.

Una de las rutas más recomendadas es la que atraviesa el Bosque de El Cedro, un auténtico emblema de la laurisilva canaria. Aquí, la vegetación es tan espesa y húmeda que muchos los describen como "colarse en un bosque encantado". El sendero que lo recorre conduce hasta una pequeña ermita blanca y pasa por arroyos, puentes de madera y miradores que ofrecen vistas impresionantes. Lo mejor es que su nivel de dificultad es bajo, así que es ideal tanto para caminantes experimentados como para familias que quieran disfrutar de la naturaleza sin prisas.

Otra parada imprescindible es la Zona Recreativa de Laguna Grande, perfecta para quienes viajan con niños o simplemente buscan un día tranquilo al aire libre. Este área cuenta con mesas de picnic, juegos infantiles y senderos circulares de baja dificultad que permiten explorar sin agobios. Es también un excelente punto de partida para rutas más exigentes, como la que conduce hasta la cima del Alto de Garajonay, el punto más alto de la isla, con 1.487 metros de altitud.

Sin duda, Garajonay es mucho más que un parque natural. Es un laboratorio vivo para quienes investigan los ecosistemas más antiguos del planeta, y al mismo tiempo, una gran aula al aire libre para todo el que quiera parar un momento y reconectar con la naturaleza a otro ritmo. Está claro que no hace falta cruzar medio mundo para asombrarse por las maravillas naturales que existen, cuando tenemos un parque como este en nuestro país.

Imágenes | La Gomera

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