Primero se anunció que se establecería un cupo de visitantes en la ciudadela inca de Machu Picchu, luego que el gobierno indio se plantea restringir las visitas al Taj Mahal para preservarlo de posibles deterioros.
Y ahora es el Buró Forestal, organismo medioambiental de Pekín, quien pide que las visitas de los turistas a la Gran Muralla china se limiten a un máximo de 53.300 personas diarias, que puede parecer un montón pero es bastante menos que las 70.000 almas por día que llegan a pisar los muros del famoso monumento en época de vacaciones.
La zona que más sufre la invasión del turismo es la parte de la muralla en Badaling, la más cercana a Pekín, y las tumbas de los emperadores Ming.
El objetivo no es que haya menos turistas, sino que estén más repartidos, por eso sugieren que los visitantes visiten partes del monumento menos concurridas que se encuentran a pocas horas de la ciudad como son Mutianyu o Simatai.
Por su parte, el Palacio Potala de Lhasa en el Tíbet ya limitó a 2.300 el número de visitantes diarios mientras que muy pronto la Ciudad Prohibida también tendrá un cupo máximo de 50.000 visitantes diarios. Imagino que las limitaciones se implementarán antes de llegue la invasión de turistas que asistan a los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.
Como vemos, las consecuencias de la elección de las nuevas maravillas han sido positivas desde el punto de vista de la conservación de los monumentos, que si queremos tenerlos por muchos años más será mejor que los cuidemos.
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