Sus primitivos habitantes, aborígenes australianos, la llamaron K'gali que significa ni más ni menos que Paraíso.
Una palabra que puede definir perfectamente a la isla de arena más grande del mundo. Ubicada frente a la Gran Barrera de Coral, sobre el Pacífico y en la costa este australiana, la isla Fraser ha merecido ser distinguida como Patrimonio Natural de la Humanidad en 1992.
Son 1.842 kilómetros cuadrados de infinitas playas de arena como la 75 miles beach, un largo frente marítimo que nos acerca a la maravilla de su paisaje subacuático.
En el interior, una densa selva o el Lago Mckenzie son el escenario perfecto para deportes de aventura: caminatas, cruces de ríos sobre puentes colgantes, escalada de sus montes, rafting, safaris fotográficos, etc.
Muy cerca de aquí también se encuentra Indian Head, una punta de tierra que se asoma al mar y que dió la bienvenida a la isla al Capitán Cook el 19 de mayo de 1770. A su paso por aquí, desde su barco, el capitán vió a los aborígenes asomados a esta punta y así surgió el nombre con el que la bautizó.
Un paraíso, sí. Paraíso para los buceadores, los pescadores de grandes piezas, los amantes de la Naturaleza. Para todos los que se tomen la tarea de llegar hasta allí.
Vuelo desde tu ciudad de origen hasta Sydney, Melbourne o Adelaide. De allí un vuelo interno hasta Maroochydore. Desde Brisbane, el vuelo dura unos 45 minutos. Quienes lleguen por tierra, desde Hervey Bay tendrán un corto viaje en ferry a la isla de sólo 35 minutos en los cuales podrán disfrutar de toda la belleza de la Gran Barrera de Coral.
Alojarse en Fraser Island no es complicado y tendremos muchas opciones para elegir: desde eco resorts hasta cabinas o campings. Hay hoteles de toda la gama de estrellas y tarifas y también casas para alquilar por semanas o meses (si tienes la oportunidad de olvidarte del mundo por mucho tiempo)
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