En la novela Congo, de Michael Crichton (sí, el autor de Parque Jurásico), podemos leer la siguiente frase: Sólo los prejuicios, y un truco en la proyección de Mercator, nos impiden reconocer la inmensidad del continente africano. La frase tiene más miga de lo que parece, porque realmente África es mucho más grande de lo que figura en la mayoría de mapas del mundo que contemplamos. De hecho, es tan inmenso que deja Europa relegada arriba, en pequeñito, casi como un accesorio.
Pero ¿por qué entonces los mapas que usamos generalmente muestran las cosas de otro modo?
Actualmente se considera que el primer atlas mundial moderno es el libro de 1570 Theatrum Orbis Terrarium o Teatro del Mundo, del cartógrafo flamenco Abraham Ortelius.
Para Ortelius los mapas eran poesía, magia, una forma de dar vida al mundo, sobre todo al mundo que no habíamos pisado y que probablemente nunca pisaríamos. Por ello, Ortelius quiso llamar “teatros” a los atlas. Sin embargo, finalmente se optó por la nomenclatura de su amigo Gerardus Mercator, que dedicó su libro a Atlas (no al titán que sostenía el cielo sobre sus hombros sino a otro personaje mítico del mismo nombre, un rey filósofo de quien se decía que había inventado el primer globo terráqueo).
Ortelius también fue fastidiado históricamente por otro motivo: si bien fue la primera persona en plantear la teoría de la deriva continental, basándose en cómo parecen encajar las costas de África y Sudamérica, fueron otros quienes se llevaron los honores y la fama porque las anotaciones de Ortelius de 1596 sobre el tema ¡no se descubrieron hasta 1994!
Pobre Ortelius. Además, Mercator no solo le fusiló sus ilusiones de nomenclatura. Si contemplamos un mapamundi en realidad nos están engañando acerca del tamaño de muchos países y continentes. La razón de ello es que los mapas actuales se basan en las ideas de Gerardus Mercator. La llamada proyección de Mercator fue usada desde 1596 como herramienta de navegación para los marineros, deformando los polos para crear líneas rectas de orientación o dirección geográfica: así es más fácil cruzar los mares.
Uno de los máximos críticos de la proyección Mercator ha sido Arno Peters, que ha propuesto la proyección Peters (que podéis ver un poco más arriba), con fidelidad de ejes, fidelidad de posición y las líneas de longitud son paralelas y se cruzan con las de altitud perpendicularmente. En esta proyección, África, por ejemplo, domina casi todo el mapa, también todo el centro, y Europa parece una zona marginal del norte. Sin embargo, es una proyección mucho más realista que la de Mercator.
Pero la proyección de Peters tampoco está libre de críticas, y muchos cartógrafos no la consideran acertada. Así que, al final, nunca sabremos muy bien si los tamaños de los países que contemplamos en nuestro mapamundi son fieles o no.
Para que comprobéis que esta disputa sobre el tipo de mapamundi con el que debemos educar a la gente no es en absoluto elitista o marginal, os recomiendo que echéis un vistazo a una escena de la magistral serie de televisión El ala oeste de la Casa Blanca. Concretamente el capítulo 16 de la Segunda temporada. En el capítulo, se abren las puertas a colectivos o personas durante un día (en la serie se le conoce como Big Block of Cheese Day) que habitualmente no podrían entrar en la Casa Blanca y que tienen alguna propuesta que hacer. En este capítulo un grupo de geógrafos llega con la propuesta de que en todos los colegios norteamericanos se sustituya la proyección de Mercator por la proyección de Peters.
En cualquier caso, adoptemos una u otra proyección, los mapas nunca reflejarán el mundo tal y como es. A no ser que adoptemos la opción propuesta irónicamente por el escritor Jorge Luis Borges:
En aquel tiempo el arte de la cartografía logró tal perfección que el mapa de una sola provincia ocupaba una ciudad, y el mapa de un imperio, toda una provincia. Con el tiempo, esos mapas desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él.
Vía | De estre otro lado