Las cosas que puedes comer en los distintos McDonald´s del mundo (y lo que se come en el cine en vez de palomitas)

Cada vez que alguien me dice que, en su viaje por determinado lugar, su gastronomía se ha basado casi en exclusiva en el McDonald´s, me siento como la Bruja de Oeste cuando le tiran un cubo de agua: me derritoo, me derritoo, qué mundo ésteee. A continuación, me da por decir ¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué habiendo mil detalles gastronómicos que solo puedes encontrar allí te decantas por una hamburguesa que puedes comerte en la esquina de tu casa?

Dejando a un lado mi opinión de que un viaje que no incluya gastronomía local no es viaje ni es nada, sobre lo de acudir al McDonald´s me la tengo que envainar si dicho McDonald´s se encuentra en determinados países. Porque no todos son iguales. De hecho, algunas franquicias ofrecen productos inencontrables en el McDonald´s de la esquina.

Imaginad que ahora mismo llevara a cabo un viaje por todo el planeta, visitando todas las variantes que la cadena de restaurantes de los hermanos McDonald ofrece. Descubriría bandejas de plástico con hamburguesas acompañadas de arroz (en vez de las consabidas patatas fritas) tal y como las sirven en Indonesia, cuyos habitantes no entienden la comida sin el aditamento del arroz.

En Portugal ocurre lo mismo pero con la sopa, así que también sirven hamburguesas acompañadas de sopa. Para los indios (o los culturalmente afines) el Big Mac se converte en Maharajá Mac, de cordero o de pollo, jamás de ternera o de cerdo. Aguacate para todos los bocadillos, es lo que sucede en Chile. En las franquicias de Israel disponen del McShawarma y el McKebab.

La McCalabresa, una empanada de salchicha con vinagreta, se sirve en Brasil. La McLobster canadiense es a base de langosta. La Teriyaki McBurguer japonesa, de cerdo, con lechuga, mayonesa y salsa teriyaki, y la también japonesa Ebi Filet-O, una hamburguesa de gambas.

En el punto opuesto está Matera, en la región sureña de Basilicata, en Nápoles, la Capadocia itálica, que tuvo que clausurar las puertas de una de aquellas franquicias parasitarias poco después de inaugurarse: allí se prefiere aún un pa amb tomata: suculentas y perfumadas hogazas de pan restregado al igual que el ebanista desliza la garlopa.

Palomitas de maíz
Cuando viajas, también vale la pena entrar en un cine. No sólo para descubrir la ciudad desde un punto de vista sociológico diferente, como ya os expliqué en mi experiencia con Mary Poppins en un cine del barrio de Castro, en San Francisco. También vale la pena por descubrir qué se come en vez de palomitas.

En Filipinas, por ejemplo, no es extraño que la gente se ponga a comer galletas de chile picante mientras disfruta del último estreno cinematográfico. Y en Corea del Sur, galletas de arroz.

En Colombia son capaces de ponerse hasta las botas con la tostada de hormigas. En Noruega, la carne seca de reno. En Polonia, los pepinillos en vinagre. En México, los nachos. En Argentina, la cecina. En Egipto, el falafel. En Sudáfrica, el chorizo. En Pakistán, el Papadums (pan hindú).

En definitiva, los McDonald´s, según cómo se mire, también pueden ser un motivo como otro cualquiera para viajar y visitarlos todos. Que se lo digan a Peter Holden, que ya ha comido en más de 12.000 restaurantes McDonald´s diferentes. Y los cines, lugares perfectos para estudiar a los lugareños a la luz de una película (si puede ser local, mejor).

Foto | Wikipedia

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