En muchas ocasiones, el primer contacto que tenemos con el hotel es cuando lo pisamos. En ese caso, podemos llevarnos una buena o mala impresión del personal que trabaja en él, si nos sentimos mejor o peor atendidos, si han sido más o menos atentos…
Pero hay otras ocasiones en las que antes de conocer el hotel personalmente ya sabemos algo respecto a la gente que trabaja allí. Entonces, ¿escogerías o cambiarías de hotel por la amabilidad del personal?
Los sitios web en los que se plasma la opinión de los usuarios respecto a los hoteles suelen ser profusos en cuanto a explicaciones acerca del trato recibido y la disposición del personal. También es verdad que cada usuario es un mundo y suele haber opiniones encontradas al respecto.
Basta que cambie un turno o que el recepcionista o camarero en cuestión ya no trabaje en el hotel como para encontrar visiones contrapuestas.
Hay otra manera de tomar contacto con el hotel antes de alojarse en él. Se trata de comunicarse directamente con su departamento de atención al cliente, información o reservas. Es lo que hice hace pocos días con unos cuantos hoteles de Malta. Pues bien, ante la duda, ¿cuál creéis que fue el hotel escogido? Pues sí, aquel en el que me atendió una persona más amablemente.
Claro que hablamos de una elección final después de haber hecho una selección basada en el resto de criterios que tienen más peso, como en mi caso la situación y el precio.
Una vez acotados esos dos o tres hoteles que parecen adecuarse a nuestras necesidades, ofrecernos los servicios que deseamos y después de ver que las opiniones en las webs van de lo blanco a lo negro con toda una escala de arcoiris, contactamos directamente con ellos.
La excusa para contactar es variada. Cualquier duda es buena para preguntarla directamente al hotel. Entonces encuentras todo tipo de respuestas, desde la ausencia de ellas (pues vaya atención al cliente…), las respuestas neutras de “corta-pega” y las respuestas amables.
Ya sé que la amabilidad vía mail puede ser engañosa, y que al llegar al hotel es posible que ni me cruce con la persona que me atendió cibernéticamente, pero creo que en mi caso sirve eso de que la primera impresión es la que cuenta.
Me gusta que me digan un “Buenos días” en mi idioma al saber que soy española, del mismo modo que yo intento saludar siempre en el idioma local. Me gusta que me agradezcan las preguntas, o que me deseen un buen día. Que respondan con detalles a mis consultas y que muestren disposición a seguir contestando otras cuestiones.
Eso sí, si después el servicio me decepciona me tendré que resignar y “quejarme” de la amabilidad en los foros dispuestos para ello…
En definitiva, yo sí escogería hotel basándome en la amabilidad del personal. Hasta ahora, no me ha ido mal en la elección. ¿Vosotros tendríais en cuenta ese factor?
Foto | dotbenjamin en Flickr-CC
En Diario del viajero | Diseñan a Sacarino, un robot recepcionista, Viajes inesperados