La primera persona que intentó clasificar el mundo por la forma y el color de sus habitantes fue el médico y viajero François Bernier. Tras llevar a cabo un viaje de doce años a Egipto, Oriente Próximo y la India, escribió un relato de su periplo titulado Viajes de François Bernier, con la descripción de los estados del Gran Mongol: del Indostán, del reino de Cachemira, etc.
Al ser preguntado por parte de Luis XVI sobre qué gentes le habían gustado más, Bernier respondió que los suizos.
Bernier dividía el mundo no tanto por el color de la piel, como por los rasgos de la cara, y en particular la forma de la nariz. Por ejemplo, en 1684 dividió los pueblos del mundo en cuatro grupos, en base a ello: lapones, africanos subsaharianos, asiáticos centrales y orientales y un gran grupo restante que incluía europeos junto a los norteafricanos, los pueblos de Oriente Próximo y sur de Asia y americanos nativos.
Esta obsesión de Bernier por clasificar el mundo por sus narices tal vez se debiera a que, cuando era estudiante en París, hizo amistad con Cyrano de Bergerac, que sin duda era una nariz a un hombre pegado.
El anatomista holandés del siglo XVIII Petrus Camper intentó evaluar el intelecto a partir de la pendiente de la nariz. Según sus medidas, los bustos clásicos tenían las narices más verticales, y seguían, por este orden, los europeos modernos, los asiáticos y los africanos.
El cirujano del oído, nariz y garganta de Rochester, Nueva York, John Orlando Roe, en 1887 publicó un artículo que definía cinco tipos de nariz: romana (carácter ejecutivo o fuerza), griega (refinamiento), judía (comercialismo o deseo de ganancias), chata o respingona (debilidad y falta de desarrollo) y celestial (igual que la nariz chata, pero con el añadido de carácter inquisitivo). Es difícil definir la nariz celestial, pero, por ejemplo, la actriz Carey Mulligan tiene nariz celestial.
Hugh Aldersey-Williams, en su libro Anatomías, señala otras narices que dividieron a los ciudadanos o los condenaron a guettos:
En los Estados Unidos de finales del siglo XIX, una nariz respingona se consideraba indeseable porque se identificaba con la nariz del inmigrante irlandés degenerado. Cincuenta años después, en la Alemania nazi, era la nariz supuestamente grande del judío degenerado lo que era anatema. La nariz se ve en función de los prejuicios de la época.
Recordad que también el mundo se puede dividir por el tamaño de penes, el tamaño de pechos, incluso por la belleza.
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