Por las vueltas del tiempo y la historia, muchos lugares que reconocemos hoy fácilmente, nacieron con un nombre distinto al que conocemos hoy. En algunos casos incluso han cambiado en más de una oportunidad.
Uno de los casos más conocidos es el de la actual ciudad de Estambul, que nació como ciudad tracia de la Antigua Grecia como Bizancio y fuera rebautizada en el año 330 cuando el Emperador Constantino I la refundara con el nombre de Constantinopla. Y con ese nombre se la conoció durante 16 siglos hasta que en 1930, tomara el nombre de Estambul.
Y hay más casos...
En 1524 el explorador italiano al servicio de la corona francesa, Giovanni Verrazzano, llega a la comarca de los indios Lenape en América del Norte y la llama Nueva Anguleme. Un siglo después, esta zona es habitada por colonos holandeses que llamaron Nueva Amsterdam a su asentamiento. Pocos años después, en 1664, y tras un conflicto armado, los ingleses se apoderan de la ciudad y la rebautizan con el nombre de Nueva York, como la conocemos hoy en día.
Colombia se llamaba anteriormente Nueva Granada, hasta que Simón Bolívar sugirió su nombre actual derivado del de Cristóbal Colón (Columbus) en 1818.
La capital de Noruega recobró su nombre original después de muchos siglos. Se la conocía como Oslo hasta 1624 cuando un tremendo incendio destruyó gran parte de la ciudad medieval. El entonces Rey Cristian IV de Dinamarca y Noruega, decide refundarla con el nombre de Cristiania y más tarde Kristiania. Sin embargo, tres siglos después, el nombre original de Oslo fue recuperado por ley del 11 de julio de 1924, siendo efectivo a partir del 1 de enero de 1925.
Edo es el nombre que tuvo la ciudad de Tokio desde su fundación y hasta 1868 con la Restauración Meiji.
Con la caída de Tenochtitlán, y a lo largo de varias décadas, los enviados coloniales van constituyendo el territorio de la Nueva España. Con ese nombre se conoce al territorio del actual México (y otros territorios de actuales países vecinos). El virreinato de Nueva España llegó a abarcar los territorios de España en Norteamérica, Centroamérica, Asia y Oceanía, existió desde 1535 hasta 1821.
En 1644 el navegante holandés Abel Tasman bautizó con el nombre de Nueva Holanda a una enorme isla en mitad del Pacífico: Australia. Con el paso de los siglos el término fue acotándose geográficamente a un sector de ese país, hasta que Australia obtuvo oficialmente el nombre con la que la conocemos hoy en 1824.
El nombre de Alto Volta tal vez suene de alguna clase de historia. Pues ese fue el nombre que tuvo un segmento de las colonias francesas en África a partir de 1919 y hasta 1958 cuando es rebautizada con el nombre de República del Alto Volta. Poco después, en 1960 se independiza totalmente de Francia y adopta el nombre con el que conocemos a este país en la actualidad: Burkina Faso.
Y aquí un caso contrario. ¿Sabes qué ciudad lleva actualmente el nombre de Tshwane? Posiblemente la conozcas por su nombre anterior, que estuvo vigente desde su fundación en 1980 y hasta el 2005. Hablamos de Pretoria, la sede del Poder Ejecutivo de Sudáfrica.
Las vicisitudes de las guerras, invasiones, acuerdos, conflictos y tratados han movido las fronteras sin cesar. Estos avatares de la historia han derivado en nombramientos y renombramientos de territorios en todo el planeta. ¿Conoces más casos?
Fotos | Visit Oslo, Visit Turkey
Vía | La brújula verde
En Diario del Viajero | Personajes que dan nombre a lugares de Madrid: Checa, La Latina, Méndez Álvaro y más