A medida que viajamos más, los nombres de los lugares se agotan

Hay decenas de localidades en el mundo que se llaman Barcelona, como os expliqué hace unos días. También hay muchas torres Eiffel. En definitiva, mucho de todo. Y lo más curioso: mucho de todo repetido, al menos en lo que se refiere a sus nombres.

Cuando nuestra capacidad para viajar era limitada, esto no ocurría. De hecho, es posible que hace apenas un siglo casi nadie supiera que en el mundo hay tantos lugares que comparten el mismo nombre.

El epidemiólogo David Bradley, por ejemplo, documentó los patrones de viaje de su bisabuelo, su abuelo, su padre y el suyo propio durante los 100 años anteriores a la década de 1990. El resultado fue el siguiente. Bisabuelo: no salió nunca de un cuadrado de 40 por 40 km. Abuelo: un cuadrado de 400 km. Padre: viajó por toda Europa, cubriendo un cuadrado de 4.000 km. El propio Bradley: se convirtió en trotamundos, cubriendo los 40.000 km de circunferencia de la Tierra.

Es decir, sólo al disponer de mejores medios de transporte, empieza a convertirse en vox populi que el mundo es bastante repetitivo en su multivariedad. Y ello, por añadidura, lleva aparejados una serie de problemas que antes eran el inéditos. Unos problemas que, a medida que el mundo sea más globalizado, requerirán tal vez algún tipo de legislación que tenga en cuenta que ahora el mundo no es tan ancho y largo como lo era hace un siglo.

Tal y como explica James Gleick en su libro La información acerca de una localidad suiza llamada Carrera:
La empresa automovilística llamada en Alemania Dr. Ing. H. C. F. Porche AG se enzarzó en una serie de batallas legales para proteger el nombre Carrera. Otro de los contendientes en ellas fue la localidad suiza de Carrera, con código postal 7122. “La localidad de Carrera existía antes de que la marca registrada Porsche”, escribió a los abogados de Porsche el suizo Christoph Reuss. “El uso que hace Porsche de ese nombre constituye una apropiación indebida de la buena voluntad y la reputación desarrolladas por los habitantes de Carrera.” Y añadía por si fuera poco: “Esta localidad emite mucho menos ruido y mucha menos contaminación que el Porsche Carrera”.

Otro contencioso legal que demuestra cómo el mundo se empequeñece con el abaratamiento de las comunicaciones y el aumento del turismo tiene que ver con el McDonald´s. Las franquicias de esta cadena de fast food no son exactamente iguales en todas las partes del mundo (afortunadamente), tal y como os expliqué en Las cosas que puedes comer en los distintos McDonald´s del mundo (y lo que se come en el cine en vez de palomitas).

Sin embargo, el agotamiento de los nombres comerciales provoca no pocos conflictos entre McDonald´s y otros comercios del mundo que, hace apenas un siglo, no hubieran surgido.

Y es que McDonald´s pleitea con propietarios gastronómicos descendientes de escoceses que usan el prefijo Mc al principio de sus apellidos, como McAllan (marca de salchichas de Dinamarca) o McMunchies (local de sándwiches de Escocia).

Más llamativa es la casualidad de que un habitante de Illinois se llame precisamente Ronald McDonald, pues, como es lógico, se le ocurrió fundar un restaurante en 1959 llamado Restaurante Familiar McDonad´s. La marca McDonald´s sostuvo una batalla legal contra él durante 26 años.

Lejos estamos ya de esos tiempos en los que un descubridor ponía su nombre a la tierra descubierta. Ahora el mundo ya está descubierto. Hay más gente que nunca antes en el mundo. Viajamos más que nunca. Podemos hablar en tiempo real con cualquier persona de cualquier lugar del planeta. Empieza a ser prioritario que tanto las leyes como el sentido común tomen cartas en el asunto sobre la limitada gama de nombres disponibles para bautizar un lugar y sobre los efectos de solapamiento que se producen cuando las distancias físicas ya no tienen apenas sentido.

Foto | Wikipedia

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