Esta vez en el especial "La llamada de África" nos dirigimos bien al sur del continente africano. Para llegar a nuestro destino de hoy podremos elegir dos alternatvias a través de dos países diferentes: Zambia o Zimbabwe. Nos esperan las caídas de agua más espectáculares del mundo en las Cataratas Victoria y uno de los ríos más salvajes, el Zambeze.
Zimbabwe
En mi caso personal decidí entrar en Zimbabwe desde Mozambique aún a sabiendas de la situación compleja que vivía el país. La crisis es tan fuerte que muchas de las estaciones de servicio tienen los tanques de combustible vacíos y quitando los rollos de papel higiénico, las coca colas y algunas galletas de sabor a naranja no hay nada para comprar.
Si aún así algún viajero desea adentrarse en el país, para acceder a esta región recomiendo mucha precaución e intentar llegar a Victoria Falls por tren desde Harare, la capital u otra comunidad del interior. Eso sí, abstenerse de comprar billetes en la tercera clase, lo señalo por experiencia.
Zimbabwe es un país que ha sufrido un deterioro económico y social alarmante en los últimos años. Y no debemos olvidar que en un pasado no muy lejano fue una de las economías más estables y prósperas de Africa. Hoy ostenta el feo honor de sufrir tasas de hiperinflación cabalgante merecedoras de un puesto en el libro Guinness. La pobreza incrementa de manera superlativa, hay un gran desabastecimiento e inestabilidad social.
Y aunque el país sin duda merece la pena y la experiencia que se vive es muy intensa, tal vez sea recomendable llegar a las Cataratas Victoria a través de Zambia. Una vez allí sin mayor problema podremos cruzar al lado de Zimbabwe después de haber pagado los 30 dólares del visado, para de este modo acceder a contemplar también las vistas de las cataratas desde otra perspectiva.
Cataratas Victoria
El Zambeze se desmorona con estrépito sublime esculpiendo en su desplome las Cataratas Victoria. El río se dirige ya crecido por las lluvias que recibe entre enero y abril hacia la grieta que hace de frontera natural entre Zimbabwe y Zambia.
Es en estas fechas cuando las cataratas muestran su rostro más salvaje. Es tal el volumen de agua que se precipita sobre la cornisa de basalto, que hay momentos en que nos es imposible ver más allá de tres, cuatro metros de distancia.
Una lluvia torrencial, que se eleva desde el interior del cañón, cae sobre nuestro cuerpo mientras contemplamos atónitos el furor de la madre naturaleza. El estruendo te sobrecoge, y es en esos instantes cuando piensas que nada ni nadie podrá detener este fluir, este devenir de miles de litros de agua desbocados.
Una vez más David Livingstone, el explorador escocés, hace acto de presencia. Descubrió las Cataratas Victoria en el año 1855, bautizándolas con el nombre de la reina Victoria, aunque son conocidas localmente como Mosi-oa-Tunya, el "humo que truena". La cascada forma parte de dos parques nacionales, Parque Nacional de Mosi-oa-Tunya en Zambia y el Parque Nacional de las Cataratas Victoria en Zimbabwe. Fueron Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en el año 1989.
El pintor no encuentra colores en su paleta para plasmar el verdor reinante. El poeta hace intentos vanos porque su musa le regale el adjetivo adecuado para la belleza que ante sus ojos se presenta. Pretencioso e iluso es el artista que pretende igualar las creaciones de la naturaleza.
Las palabras en estos casos deben diluirse en el silencio, dejando paso a la admiración y la reflexión, la contemplación y el agradecimiento de tener la fortuna de ser espectador de este espectáculo único.
Se encrespa el río formando olas coronadas por espumosa esencia. La gravedad sobreviene sobre las aguas, empujándolas con verticalidad milimétrica. La tierra se desgarra ante el poder incuestionable del río, mientras el cañón escupe el eco del estruendo ensordecedor. Parece que el Zambeze, molesto porque la caprichosa tierra pretende quebrar y desviar su cauce, se abalanza con furia casi desmedida contra el obstáculo que esta pone en su camino.
Uno de los raftings más peligrosos del mundo
Las lanzas de las olas atacan con constante bravura y le otorgan al río, a partir de la quebrada, una fuerza devastadora. Este hecho hace sin duda que el Zambeze sea uno de los pocos lugares del mundo donde se puede hacer el rafting comercial de más alto nivel del planeta. Rápidos de nivel cuatro y cinco se encadenan en un recorrido vertiginoso.
Esta es una de las actividades más demandadas en la zona junto al bangee jumping, desde el puente internacional que separa y une Zambia con Zimbabwe. Y aunque no quiero quitarle las ganas a nadie de embarcarse en una lancha neumática sobre estas aguas bravas, mucho menos cuando yo sin pensarlo me lancé a dicha aventura, si me gustaría advertir que esta actividad tiene adherido un riesgo real grande.
Gran número de monitores de rafting remarcan que el Zambeze es conocido con el apelativo: "suerte o muerte" debido a que cada año se queda algún extranjero sumergido y enganchado en las rocas. Muchas voces indican que solo deberían atravesar estos rápidos profesionales.
En cualquier caso, no puedo negar que personalmente encontré la experiencia apasionante (para realizarla una vez en la vida) y no dudo que el que tenga un espíritu de aventura disfrutará como un niño.
El precio de dicha actividad en casi todas las compañías que la ofertan ronda los 70 euros. Incluye el transporte a la zona, todo el equipo, monitor y un pequeño almuerzo al finalizar el rafting.
En los pocos momentos de calma que tendremos durante el recorrido, a los que les quede aliento podrán admirar la vegetación del cañón, las cataratas espontáneas que se desprenden desde la cima de las laderas, las piedras de basalto que parecen estar esculpidas por cincel maestro.
Por la tarde podemos realizar alguna actividad más calmada para relajarnos después de la tensión vivida en el río. Una buena alternativa es contemplar las cataratas a vista de pájaro desde un helicoptero o recrearnos en los ricos mercados de artesanía.
Para finalizar incluyo un video sobre el rafting en el Zambeze. Estoy seguro que después de visionarlo os podréis hacer mejor a la idea de lo que supone aventurarse en este río africano.
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