Resulta extraño que un país con tantas maravillas por descubrir también saque partido del turismo gracias a una práctica un tanto peligrosa: la lucha con serpientes es un recamo turístico en Tailandia, especialmente cuando los protagonistas, junto a los reptiles, son niños.
Ban Kok Sanga es conocida por la "aldea de las cobras", dado que cuenta con más serpientes (superan las 200) que hogares. Allí las serpientes las guardan en jaulas y muy pocas veces se han escapado. Casi todas las familias tienen una, son una mascota.
Este espectáculo esperpéntico, que lleva sesenta años funcionando, no ha logrado sacar a las familias del pueblo de la pobreza, y la mayoría viven de los escasos ingresos por la venta de plantas medicinales y elixires.
Un anciano introduce una serpiente en su pantalón, los niños escenifican luchas con los reptiles, unas jóvenes se meten la cabeza de la cobra en su boca al son de música tradicional tailandesa...
Los habitantes de la aldea elaboran el antídoto contra el veneno de las serpientes a partir de la cúrcuma (Curcuma zedoaria), una planta local conocida como "wan paya gnoo" cuyas propiedades están reconocidas por los organismos internacionales de farmacología.
Esta poción que mezclan con zumo de lima surte efecto una media hora después de bebida, al inhibir las enzimas tóxicas del veneno de la cobra o el de los miriápodos o escorpiones, muy abundantes en el medio rural de esta región.
Esperemos que, ni ellos ni los turistas que se acerquen a ver este circo de las cobras en Tailandia, tengan que llegar a emplear el antídoto contra el veneno de cobra, y que "el espectáculo" no dé sorpresas más allá de las preparadas y por las que el público asistente da sus donativos.
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